Consiguiendo la libertad

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Llevaba una semana sin Jones y sentía que podía escalar paredes de la felicidad. Nunca me imaginé que el sólo hecho de estar lejos de él, podía entregarme tanta alegría y felicidad, mi cuerpo casi se había recuperado y estaba listo para irme, estos días Mew había sido un gran apoyo, habíamos pasado horas conversando, mientras planeábamos mi huida, ya que, el castaño había decidido ayudarme.

-Hola bebé, dijo el castaño, con una bandeja y mi desayuno, llevaba unos días en cama, ya que, después del último ataque que sufrí, en manos de Jones, me había dado fiebre, así que me habían obligado a estar en cama hasta que me mejorara por completo - ¿Cómo amaneciste?

-Bien Mew, dije recibiendo una taza de té caliente - ¿Desayunas conmigo?

-Claro, dijo sentándose a mi lado y tomando una frutilla -Si te sientes bien, me gustaría sacarte a dar una vuelta.

- ¿Dónde me quieres llevar?, pregunté sintiéndome emocionado, me encantaba lo preocupado que era Mew, aunque aún no entendía del todo, las sensaciones que me provocaba, me sentía cómodo y protegido a su lado.

-Tengo un sitio seguro para ti y Mali, dijo acariciando mis manos -Ahí pueden estar tranquilos y saldrán del mapa el tiempo que gustes.

- ¿Enserio vas a ayudarme?, dije sintiéndome emocionado, llevaba tantos años sintiéndome solo y desprotegido, que tener a Mew a mi lado, me hacía recordar a los tiempos en que estaba mi madre -Digo eso ¿no te generará problemas?

-No bebé, lo tengo todo planeado, el día Domingo nos iremos con Maxiin a nuestro día libre, necesito que tu y Mali se queden unas horas más, así los guardias verán que no escaparon con nosotros, dijo dándome un trozo de queque y sirviéndome té -Sólo me falta preguntarte, ¿quieres que Molly vaya contigo?

-No quiero ponerla en riesgo, me da terror que Jones le haga algo, dije sintiendo nauseas y un nudo en el estómago -Pero tampoco quiero dejarla, ella es la única familia que tenemos.

-No te preocupes pequeño, dijo mientras acariciaba mis cabellos con tanta suavidad, como si yo fuera una figura de cristal, que podía romperse en cualquier momento -No dejaré que les hagan daño, yo los cuidaré.

-Gracias Mew, dije besando su mejilla y sintiéndome como un niño travieso -Haré lo que me digas.

-Bien bebé, hoy iremos a ver tu futura casa, aprovecharemos que tienes una clase de piano, cuando lleguemos necesito que digas que te sientas mal y te sacaré con la excusa de llevarte al médico, así no levantaremos sospechas, dijo retirando la bandeja de mis piernas -Te espero abajo en media hora.

Con la emoción de un niño, que tiene mil regalos para abrir, me di una rápida ducha y vestí, para bajar con rapidez y encontrarme con Mew, como siempre me puse la mascara de cara de póker de siempre y después de contarle a Molly lo que haría, fui al jardín donde él castaño, hablaba con mi chófer.

- ¿Cómo conseguiste, que nos dejará ir solos?, dije cambiándome al asiento del copiloto, cuando llevábamos unos minutos de viaje.

-Le dije que Maxiin, no se sentía bien, así que yo te llevaría a tus actividades, dijo con una sonrisa, mientras acomodaba sus gafas de sol, dándole un aspecto de chico rudo y misterioso -Además le comenté, que quizás su presencia sería necesaria, por qué Molly quería ir de compras y el otro chófer estaría atento, a si mi amigo necesitaba ir al médico.

-Eres un genio, dije abrochando mi cinturón y mirando el camino con alegría, la cual aumentó, cuando me dijo que, en su bolso pequeño, había un paquete de mis gomitas favoritas, las cuales comencé a comer con celeridad, dándole una que otra en la boca, para que no sacara las manos del manubrio.

Tras la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora