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Los días siempre transcurrían igual. La monotonía empezaba a ser un trago amargo. Lo que antes habían sido años de adrenalina y experiencias, se convirtieron en rutinas fastidiosas.

El departamento era frío, espacioso pero insuficiente. Todos sus ahorros habían acabado en ese lugar, su lugar. Al que desesperadamente deseaba llamarle hogar. Pero su cabeza era un mar de memorias que aún no confrontraba. Nunca había podido olvidar fácilmente, y temía que sus sentimientos aún no cambiaran. Incluso después de tanto tiempo.

Se repetía diariamente las razones por las que lo había decidido, todas las acciones que la obligaron a separarse de Bill Skarsgård. Ese asesino. Ese hombre repulsivo. Ese hombre que aún era dueño de ella, en alma y cuerpo, y repudiaba; o al menos eso intentaba hacer.

Se colocó un collar de plata, viendo su cuello adornado por aquella joya, una vieja gema escarlata. Se decoró las manos con anillos y pequeños brazaletes, haciendo juego con sus pendientes. Se miró al espejo mientras tomaba el saco, y sus gafas de sol.

Debía olvidar. Habían pasado seis meses. Era momento de avanzar.

Salió del ascensor media hora después, mirando cada esquina, las calles, los sitios transcurridos, los rostros indiferentes. Había aprendido a observar habilidosamente, asegurarse de estar segura, a seguir sus instintos de supervivencia que aprendió a grandes costos.
Subió a su auto finalmente, dejando su bolso en el copiloto, arrancó el auto y miró el retrovisor, una motocicleta estaba estacionada dos cuadras atrás, con un tipo de casco polarizado arriba, era algo que no había visto antes en su zona. Pero por fortuna, no avanzó detrás de ella. Suspiró. Debía dejar de ser paranoica.




"Señorita Wrigth, siempre es un honor trabajar con usted"

"Igualmente" dijo la joven estrechando la mano con la mujer francesa quien llevaba una importante agencia de modelaje internacional. "Las chicas se presentarán con usted en las oficinas de ELLE pasado mañana"

"Se lo agradezco" sonrió, dando por terminado el pequeño desayuno de negocios.

La mujer y su asistente se despidieron, dejando el restaurante una vez acordado la cita. Ella miró la agenda y papeles en sus manos. Estaba feliz de contar con aquella agencia, y no sólo eso, obtendría la participación de aquella actriz en pleno apogeo para la pasarela. Guardó sus cosas degustando lo último que quedaba en su taza de café, pensando en su trabajo. Ser directora de casting para pasarela de aquella revista no era tarea fácil, pero había extrañado hacerlo. Conocía bastantes lugares gracias a eso, y tenía bastante interacción con la gente. Después de todo, así había conocido a Bill.

Bill. ¿Por qué siempre debía aparecer en sus pensamientos?.

Miró casualmente por el ventanal, el clima era cálido y ventoso, todo parecía tranquilo hasta divisar la misma motocicleta de la mañana estacionada tras un auto, oculta con ese conductor arriba. No podía verle, estaba bien cubierto con ese casco, y una chaqueta de cuero. Sus instintos parecieron dispararse, pero debía mantener la calma.

Pidió la cuenta y esperó un tiempo razonable para asegurarse de que aquel sujeto la seguía, y así fue, no se movió hasta que ella salió del local, entrando a su auto. Ahora debía deshacerse de él.

Condujo tranquilamente por la avenida, el motociclista la siguió dos semáforos atrás. Ella dió un giro hacia el centro de la cuidad, perdiendolo por un rato hasta que apareció de nuevo, tras de ella. Hizo una mueca, apretando el volante con ambas manos. Sabía que hacer, debía calmarse.

Aceleró cruzando dos calles rápidamente para llegar a otra avenida principal, el misterioso sujeto también aumentó la velocidad. Ahora no había dudas.

"Maldita sea" dijo entre dientes, esquivando algunos autos, mirando las calles y enormes letreros. Pensando a dónde huir.

Regresar a casa sería demasiado tonto, intentar perderse por puentes o callejones era demasiado arriesgado. Debía mantenerse en sitios transcurridos, en dónde hubiera mayor cantidad de gente, tal y como le habían enseñado tantas veces.

Miró el retrovisor una vez más, la motocicleta había perdido velocidad, estaba guardando una mayor distancia, lo cual le pareció extraño. No era del tipo amenazante, pero sin duda la estaban siguiendo. Aunque ¿cuántas veces se había sentido de igual forma antes? ¿Sería otra de sus paranoias?.

Sin pensar tanto en sus dudas, entró al estacionamiento de un centro comercial, colandose en un lugar enmedio de dos camionetas grandes, provocando un chirrido de sus llantas por el giro que dió. Se aseguró de que las puertas estuviesen cerradas y agachó su asiento hacia atrás, esperando y esperando. Esperando cualquier ruido de pisadas o motor. Pero nada ocurría.

Levantó la vista, algunas familias se paseaban buscando su automóvil, parejas de jóvenes con boletos de cinema y niños con helados o bolsas de compras. Todo menos aquel motociclista.

Respiró profundo. Estaba a salvo...
Por ahora.

 Por ahora

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You Know I'm Not GoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora