III

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Salir de aquel lugar parecía una pesadilla. Todo estaba desecho, las mesas arrojadas, con agujeros, las luces todavía encendidas y los cadáveres en el suelo, por todas partes, al menos seis muertos estaban allí, y la sangre manchando aquel lugar. Pero a todos parecía no importarles, igual que siempre, sólo estaban alerta, listos para cualquier cosa.

Me aferré al brazo de Bill, quedándome quieta cuando cruzamos la barra, todo el suelo estaba lleno de cristales rotos. Se giró para verme severamente y luego bajó la mirada a mis pies descalzos, entendiendo el problema.
No lo dudó ni un segundo, se agachó un poco para levantar mis piernas, sujetando enseguida mi espalda, mis manos fueron a su cuello instintivamente, reprimiendo un grito.

Nuestras miradas se conectaron unos segundos. Su aroma pronto inundó mi nariz, podía sentir su pecho junto al mío y la suavidad de su camisa oscura, el frío de su collar de plata colgando de su cuello, y esos labios cerca, de nuevo. Frunció el ceño caminando conmigo en brazos, haciendo que no tuviera más opción que quedarme cerca. Cerré los ojos al acercarnos a la puerta, había un hombre con el cráneo destruido, y manchas en todas partes. Bill me acercó más a él. Aún se daba cuenta de mis emociones, era como un libro abierto cuando estaba cerca y me asustaba.

Observé los autos en la acera, tres grandes camionetas de luces brillantes esperandonos. Me removí, soltando su cuello, haciendo que se alejara, mis pies pisaron la calle fría pero no me importó.

"Señor" llamó la atención el sujeto de chaqueta de antes, cargaba con mis tacones en alto, se los arrebaté enseguida sintiéndome agradecida pero Bill se adelantó a dar órdenes

"Lleva el auto de la señorita, quédate en el hotel con Frabizio, les llamaré a primera hora"

Bill extendió la mano, pero no para entrelazarla con la mía.

"Quiero irme en mi auto"

"Te lo dije, vienes conmigo" dijo acercándose a mí en dos pasos, su mano alcanzó el bolsillo de mi saco, arrebatandome las llaves tan fácilmente "A primera hora"  repitió

"Si señor"

"¿Por qué le has dado mis llaves?, yo puedo irme por mi cuenta"

"Sube al auto Kriss"

"¡Puedo irme yo sola!"

"Dije que subas al auto"

Hice una mueca, soportando esos ojos verdes sobre los míos, con el mismo gesto amenazante. No me intimidada en absoluto, pero conocía su temperamento, y ahora mismo estaba enojado; y eso no era bueno, para nadie.

Caminé hasta la camioneta del medio donde me abrieron la puerta, dándole la espalda para sentarme junto a la ventanilla, esperando que ocupara un espacio en los asientos traseros o en el copiloto, pero no, había decidido sentarse a mi lado. Pudo escuchar el leve suspiro que dió al cerrar la puerta.
Traté de ignorarlo, dedicarme a mirar por los vidrios polarizados, todavía temerosa, sin entender qué había pasado y el malestar en mi cuerpo. Mis manos estaban frías, el temblor en mis rodillas no había desaparecido y mi estómago estaba revuelto. Solo quería ir a casa.

"Mis amigos, ¿están bien?"

"Están a salvo, se quedarán en un hotel con dos de mis hombres"

Sentí un enorme alivio al escuchar aquello. Lo habíamos logrado, estaban bien, estaban a salvo. Tal y como me sentía con Bill al lado. La corta distancia que nos separaba permitía que siguiera admirando su aroma. Le miré de reojo, descubriendo que me miraba a mí con disimulo. Aparté la vista, sintiendo un cosquilleo en mi vientre y calor en mis mejillas. No podía negarlo, estaba, radiante. Incluso después de haber matado a dos personas. No era la primera vez que lo hacía frente a mí, no era la primera vez que veía esa mirada asesina, no era la primera vez que estaba frente a un arma; no me asustaba, incluso después de un tiempo estando lejos de él.

You Know I'm Not GoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora