Parte 1

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Era una mañana bastante ocupada en la residencia Moriarty pues el pretendiente de William, quien era un omega de clase alta, había venido a verlo haciendo una visita previa a su fiesta de compromiso. Los señores Moriarty tenían tres hijos, el primero de ellos se llamaba Albert y era un Alfa, su elegancia era conocida en todos los rincones de Inglaterra e incluso más allá de las fronteras de la isla. Después habían adoptado, como símbolo de caridad, a dos huérfanos: un omega y un beta respectivamente. William, el mayor de ellos, era un bellísimo omega por lo cual sus padres vieron en él la posibilidad de concertar un matrimonio con un militar de alto rango para darle más prestigio a la familia. El elegido fue un coronel amigo de los señores Moriarty, el cual era un alfa de nombre Sebastián Moran. Cuando ambos se vieron el hombre de cabellos negros cayo perdidamente enamorado del rubio ya que al hablar con este descubrió que era sumamente encantador e inteligente, a pesar de que este era once años menor que él. Lo miro con adoración en sus ojos y en su interior sus instintos de alfa le decían que debía hacerlo suyo, así que se vio bastante complacido cuando este estuvo de acuerdo con el matrimonio concertado por sus padres. Pero le había puesto una condición, pues determino que el señor Moran era un hombre bueno y decente, la cual fue más bien un ruego, ya que le pidió que lo dejara enseñar en alguna de las escuelas de Londres.

Los omegas no tenían mucha oportunidad en el mundo laboral, pues la sociedad se negaba a reconocerlos como personas dignas de las mismas opciones de trabajo que tendría un alfa o un beta. En la mayoría de los casos solo se les consideraba como incubadoras de bebés y solo a algunos se les dejaba trabajar, pero para hacerlo debían estar marcados por un alfa para que no "ocasionaran" problemas. William adoraba con toda su alma enseñar a los demás pues sabía mucho y era muy inteligente, además que fue como una especie de profesor para los niños del orfanato. Aquellas actividades era demasiado inadecuadas para un omega según dirían sus padres adoptivos, quienes miraban con malos ojos aquellas prácticas y se sentían felices de que pronto seria tomado por un alfa , esperando que este le quitara aquellas "dementes" ideas. Pero todo aquello estaba alejado de la realidad pues el coronel Moran estaba dispuesto a darle a su prometido todo lo que este quisiese. En este momento se encontraban sentados junto a una mesa en una pequeña terraza en el jardín, el omega estaba vestido con un adorable traje, pues sus padres adoptivos le habían ordenado llevarlo pues resaltaba sus atributos. Además en su cuello estaba colocado firmemente un collar que impedía que algún alfa lo marcara antes de tiempo

-William, pronto será nuestra fiesta de compromiso ¿Hay algo que quieras? Puedo darte todo lo que me pidas- mientras besaba su mano dejando salir sus feromonas de alfa para transmitir de mejor manera su sentir.

-Es muy amable señor Moran- su aroma suave y tranquilo pues se sentía a gusto con el coronel- Hay algo, pero creo que ya es suficiente con su promesa de dejarme ejercer como profesor.

-Tú solo tienes que pedirlo y te lo daré- dijo sin presionar al otro ya que respetaba y no iba a hacer nada para que este se sintiera incómodo.

-Bueno hay un libro, pero mis padres se negaron a comprarlo dicen que no es propio de un omega leer esa clase de literatura. Mi hermano Albert está muy ocupado como para ir a la ciudad para traérmelo y Louis está intentando obtener un cargo en el gobierno, ya que es beta y quiere hacerlo por mí, para cambiar las injustas leyes que rigen a los omegas. No quiero molestarlo.

-Ya veo, ¿Cómo se llama? Lo traeré para ti, no creo que tus padres se quejen si soy yo quien te lo regala.

-Eso es muy amable de su parte, se llamas "La dama y la piedra de mar"

-Entendido, lo tendrás la próxima vez que venga a verte ¿Puedo pedirte un favor también?

-Está bien.

Compromiso y huidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora