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En medio del jardín, ahí donde hay un hermoso kiosko blanco para admirar la hermosa flora y, desde luego la fauna, se balancea por el viento una cuerda. En lo que parece ser la viga más resistente de todas la demás, se encuentra un cuerpo colgando.

Entonces solo cae. Al perecer el peso de lo que es un cuerpo de metro ochenta y tantos no pudo ser retenido con tanta facilidad, sin importar que en realidad no pase más que un pétalo de flor.

—Tch. —se queja el ser que cayó de centón sobre un millón de hojas y piedras tanto pequeñas como voluminosas.

Apenas son las diez de la mañana y Dazai Osamu ni siquiera sabe qué debería hacer para matar su aburrimiento. Como pudo comprobar, matarse a sí mismo no es una buena opción, hace mucho que no ha llegado a tantos extremos.

—¿A quién debería molestar ahora? —dice con insatisfacción. A veces solo eran él y su autoproclamado hermano, quien toma cargo del reino y de esas cosas importantes. —Conque pajaritos, ¿no?

Sin tener nada qué hacer, comienza a molestar a los animales menores que yacen por ahí, si no es que a los pájaros les quita el agua, comienza a moverse como loco para espantarlos. Y si es una pobre mariposa la que se acerca, bueno, la agarra de un ala en contra de su voluntad hasta que se rompe y cae al suelo.

En verdad, ¿qué diablos está haciendo este lunático? ¿Se supone que un príncipe debería comportarse como niño de cinco años? Es decir, acaba de cumplir los veinte hace no mucho, ¡que madure y deje a los pobres animales!

—Dazai-san. —llama una voz que lo mantiene firme. Incluso si él mismo es el que tiene más poder jerárquico entre los dos, su simple voz puede volverlo una persona correcta. —¿Qué está haciendo aquí tan temprano?

La vista del cielo no le dirige la mirada, en cambio examina el lugar; desde donde están los restos de la viga hasta donde está él en la fuente que se supone es para los animales voladores, o cualquiera que lo puedo alcanzar.

—¡Odasaku! —vitorea con gran alegría contenida. Alza sus manos después de tirar por ahí el resto del ala de una mariposa de especie que ni siquiera se molesta en revisar. —¡Qué bueno verte por estas horas! ¿Te levantaste temprano? ¡Gracias por tu trabajo!

—Yo siempre me levanto temprano, Dazai-san. —ambos conocen dicho dato, por lo que inclina de costado la cabeza al pensar que se pierde de algo por lo que fuera necesario preguntar en esta ocasión. ¿Era cumpleaños de alguien? No, aún falta para esos eventos.

—Cierto, es verdad. —finge demencia golpeando su cabeza como si estuviera hueca. Cualquiera lo pensaría dos veces y echaría esa cuestión a su subconsciente ¿Su cabeza no está hueca en realidad? —Entonces hazme compañía, quiero intentar una forma de suicidio que seguro funcionará esta vez.

—Yo espero que no lo haga. —a pesar de ser uno de los guardias del palacio, y también un cazador para el pueblo, Sakunosuke es amigo cercano de este príncipe, por lo que su declive lo dejaría a la dura y sofocante merced del actual rey.

—Es de mala educación desear que los sueños de tus amigos no se cumplan, ¿lo sabías? —es ajeno a la conversación de cierta forma.

—¿En serio? —sigue su plática mientras caminan en una dirección lejos del palacio y también lejos del jardín. En otra ocasión sería ideal mandar a alguien a limpiar ese desastre.

Y aunque podría parecer un reino bastante tranquilo, había terrores que se escondían directamente en el castillo. En específico el soberano actual.

—¿Es imperativo que yo diga esa cosa? —preguntó el hombre frente al espejo con un rostro disgustado. A pesar de ello, no se dejaba percibir tan fácilmente.

—Lo es, Fyodor-san —asiente, pues es lo único que sobresale del fondo humeante en el espejo.

—Está bien. —suspira apacible. —Espejito, espejito, ¿quién es el hombre más inteligente de este reino?

—Usted lo conoce. —el espejo dijo y él asintió. —Tiene su sangre. —misma acción. —Es Dazai Osamu.

Esta baratija que compró por mero capricho de tener un espejo, le había salido más estúpidamente costoso de lo usual. Supo por qué en cuanto le comenzó a hablar mientras se veía directo en él. Aunque dijeron que está maldito, él lo tomó como una oportunidad.

Podía hacer todo con él. Desde espiar, hasta solicitar información. Estaba siendo más útil que todos sus guardias juntos.

Pero ahora...

—¿Por qué lo dices? —pregunta sin perturbar su mirada. Sus entrañas se remueven por el interior mientras habla. Le da asco de pensar esa posibilidad de caer en lo inferior.

—Usted ya lo sabe.

Lo está sacando de quicio.

—¿Y qué hombre es más listo que él? —pregunta después. Como sabe, siempre hay alguien mejor que uno mismo, por lo que si uno es la contraparte del otro, llegaría a una pronta respuesta.

—Usted. —se está burlando de él.

Aunque corroboró que supiera cosas con otros inservibles datos para no caer en juegos inútiles.

—Interesante. —pero el lema de Fyodor es siempre ver cada infortunio como una nueva oportunidad para brillar.

Tal vez esta sea la señal que ha estado esperando desde hace años para cumplir el deseo desesperado de su hermanastro.

La muerte de Dazai Osamu.

En serio, que alguien me desprenda del botón de historia nueva

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En serio, que alguien me desprenda del botón de historia nueva.
Anygays, pues aquí hay un nueva historia que no sé si alguien ya haya hecho esta temática (y de ser así no entiendo por qué no TT), pero espero que les guste.
Aunque ya conocen la historia original, le cambiaré cosas para que no sea tan aburrido de ver lo mismo otra vez.
¡Así que muchas gracias por leer!
A ver cuándo actualizo el cap 1...

| Dazai Nieves y El Principe Gruñón | Soukoku [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora