I. Colisión.

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El inicio del horror.

Dios mío...
por favor ayudame.

Veo a mis padres llorar, escucho gente murmurar y el llanto de una mujer a lo lejos, llanto que opaca incluso el sonar de las sirenas de lo que creo es una ambulancia, no recuerdo más que un auto atravezar mi camino, luego de eso no recuerdo más que un fuerte estruendo y mi cabeza chocar contra el volante, no sé cuanto tiempo permanecí inconsciente, pero pude abrir mis ojos a medida que el ruido a mi alrededor se intensificó, pero...
No puedo moverme, ni siquiera puedo pestañear, estoy intentando mover mis manos, pero no logro realizar ni el más mínimo movimiento.

Unos fuertes brazos me están sacando de mi prisión metálica, entonces la veo de nuevo, veo a mi madre a lo lejos consolarse en el hombro de papá.

Quiero gritar, quiero patalear pero mi cuerpo no responde.

¿Que esta pasando?
Esa pregunta surgia cada segundo, cada fracción de tiempo llegaba y generaba en mí un desespero tan mortifero.
Me estoy desesperando, tengo miedo, ¡mucho!.

Alguien tiene sus dedos sobre mi cuello, puedo sentir dos dedos palpando mi cuello, me han colocado en una camilla luego de sacarme de los escombros de mi automóvil casi destrozado por el impacto, mi mirada ahora se ha perdido hacía arriba, una linterna hace aparición, la luz esta frente a mí, ambos ojos son bañados por la incandescente luz, no logro cerrar mis ojos, ni siquiera pestañear o desviar la vista...

-Ha muerto
Esas fueron las palabras del paramedico, ¡ESTOY VIVO!.
¡No pueden darme por muerto! ¡estoy viendolos a todos! ¡no es mi alma!, ¡sigo en mi cuerpo!

Solo puedo sentir una pequeña hilera de sangre por mi mejilla y un pequeño malestar en mi frente, lejos de eso no siento otro dolor, estoy bien, pero no puedo mover ni un maldito musculo, estoy llorando pero las lagrimas caen mientras los paramedicos conducen mi camilla, seguro confunden mis lágrimas con sudor.

Una sabana apareció, la puedo sentir cubriendo mis pies, puedo sentir a alguien a mi lado,pero no puedo verle, no puedo ni mirarle con el rabillo de mis ojos, mi mirada esta clavada sobre el cielo, el tono azúl de este había cambiado, solo veía un gris, un triste y melancólico gris, como si mi muerte fuese anunciada, pero es una confusión, un malentendido, la muerte nunca llego al lugar del accidente, esta se paseo por los alrededores, se que me vio y se rio de mí, se que lo hizo, dio la media vuelta y se largo.

La sabana esta subiendo por mis pies como si de una serpiente que escala un árbol se tratase, luego de un momento, diviso el color de esta, es blanca y ha terminado por cubrirme por completo.


Mis lagrimas empiezaron a caer de nuevo, lagrimas amargas y desesperadas.
-¿Tienes su billetera?-Dijo una voz masculina, posiblemente uno de los paramedicos.
-Sí, su identificación índica que es donante-Respondio una voz femenina.

Donante...

¡Mierda!-Pense
Al momento de escuchar esa palabra, esa única palabra, mi corazón se acelero, rogaba para que la curiosidad fuese mi salvación, que alguien retirara la sabana para echarme un vistazo y poder palparme, sentir mis latidos, sentir mi pulso, pero no duro mucho, mi corazón ceso, mi pulso volvió a decaer hasta casi ser nulo, estaba asustado, sabía lo que pronto pasaría si no hacia algo, necesito mostrar señales de vida, ¡¿pero como?!, no puedo hacer nada mas que seguir rezando y maldiciendo dentro de mi mente.
Mi conciencia es mi unica acompañante, ella al igual que yo estamos desesperados, un miedo desgarrador arrasa con mi serenidad, aunque irónicamente mi cuerpo no muestra señales de esto.
Estan metiendo mi camilla donde creo que es el interior de una Van, la sabana no me permite ver con claridad, pero escucho el motor, al isntante comenzamos a movernos.

Solo puedo escuchar la charla entre un par de nuevas voces, ambas masculinas, sabía que no eran paramedicos, esta vez tenia el presentimiento de que se trataba de forenses...
Mis ojos seguían fijos, mi mirada igual, podía ver el foco de luz blanca que se encontraba en la parte superior de la Van, se que no era una ambulancia, porque no escucho sirenas, pero realmente, ¿por que encenderían las sirenas? ¿Cual sería la emergencia? Yo ya estaba muerto para ellos, esta deducción me hizo dudar sobre el tipo de transporte en el que me encontraba.

-Desafortunado, ¿no?-Inicio la conversación una voz gruesa.
-En parte, esta completo, pero no soporto el golpe en la cabeza.

¡Lo soporte! ¡Hijos de puta, estoy vivo, estoy vivo! ¡Muevan la maldita sabana!-Pense

Mi mente no dejaba de gritar, sabía que nunca me escucharían, a menos de que alguno de ellos fuese telepatíco.

-¿Tiene alguna herida?
-No, solo un rasguño en la mejilla y un golpe en la frente.
-Vere esas heridas.

Era mi oportunidad, debía esforzarme lo suficiente, debia intentarlo, tenía que mostrar una pequeña señal de vida, un ligero movimiento o un pequeño parpadeo; al instante sentí el tomar de la sabana, una sombra reflejada por el foco se interponía entre la luz y la sabana, uno de los forenses o paramedicos me echara un vistazo, no tenia tiempo para ofenderme por la morbida curiosidad de ellos, este es mi boleto de salvación.

-Tendras pesadillas con el-Dijo la voz gruesa.
-¿Eh? ¿Pesadillas?-Contesto la voz que había posado su mano sobre la sabana.
-Si ves el rostro de un difunto, es probable que tengas pesadillas-Dijo aquel tipo con tono burlesco-Aunque es nuestro trabajo, anda, echa un vistazo, novato.
-Prefiero pasar por ahora, aun no me siento listo.

Mi suerte es una mierda-Pensé.

Catalepsia: El Verdadero deseo de estar muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora