Capítulo 2: LA PEOR NOTICIA

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        Pasaron los días, las semanas, los meses y papá no regresaba. Alberto decidió dejar la escuela y se puso a trabajar en lo que fuera y pudiera; vendiendo donas, gelatinas, dulces. Todo con tal de sacarnos adelante y darnos de comer pero ahora que estoy grande me pregunto a mi mismo ¿cómo un niño de 10 años iba a poder mantener a otros cinco hermanos? (Entre ellos yo).

        Somos seis en total, yo el más pequeño me llamo Jesús, después sigue Rogelio (como mi progenitor), Francisco, Alberto, Diana y Guadalupe. Pero había otro dato extraño en esto, en lo que va de el relato de esta historia poco creíble ¿Han escuchado hablar de mi madre? No verdad, mi madre murió cuando yo tenía un año de edad. Murió de una maldita enfermedad causada por el cáncer se le llama Leucemia. Todas y cada uno de las noches ella lo esperaba a que papá regresara de la parranda, el llegaba borracho y la golpeaba. Esto era una historia de nunca acabar, ella ni siquiera comía, dormía y todo por esperarlo, ella lo único que recibía era el maltrato por este canalla.

        La enfermedad fue haciéndose cada vez más grave, pero no le importaba, ella siempre esperaba a su amado a pesar de que la golpeara, ella le era fiel. Hasta que llego el día en que su estado de salud se comenzó alterar, rápidamente la llevaron a que la asistieran. Los doctores diagnosticaron que le quedaban pocas horas de vida. Su estado de salud era muy malo, el cáncer le había invadido el cuerpo y que no se podía hacer nada. Mi padre con un rostro inexplicable, sin sentimientos, frio como hielo no dijo nada, no estaba preocupado, ni siquiera les dio ánimos a mis hermanos.

—Vengan aquí — Llegó a casa muy gritando.

—¿Qué pasó papá? ¿Dónde está mamá? — todos mis hermanos preguntaban repetitivamente.

—Es muy difícil decirles esto, pero tengo que hacerlo — dando un trago amargo de saliva nos dijo.

—Su madre esta muriendo, ella no volverá — se generó un silencio enorme, estas palabras les cayeron como un balde de agua fría en mis hermanos.

        Comenzó a rodar el llanto en todos y cada uno de mis hermanos. Comenzaron a gritar con desesperación, sin poder hacer nada, se sentían impotentes. Rogando e implorando a Jesucristo. Pidiéndole que se la devolviera, que se portarían de la mejor manera, que serían buenos hijos, los mejores. Pero estas suplicas fueron inútiles. Nadie los estaba escuchando, ellos miraban en dirección a la pared, ahí solo había una figura repleta de polvo y telarañas que estaban sobre un viejo cristo que colgaba a lo alto. Esperando un milagro de vida, esperando tan siquiera un consuelo de quien los engendró y finalmente no recibieron nada.

        Pasaron algunos días, la predicción le había fallado al doctor, pero mamá se encontraba en un estado de coma, no se podía mover, no sabíamos si pensaba, si nos escuchaba o si quería hacer algo. Mi padre Rogelio se desesperó tanto que empezó a gritar con rabia y coraje 

—Ya denla de alta, aquí no va a estar bien. Yo la puedo cuidar mejor en mi hogar — decía a si mismo con un tono muy alto y molesto.

—No hay otro lugar donde este mejor su esposa señor, por favor tranquilícese — dijo un medico que se acercaba tratando de calmarlo.

—Cómo quiere que me calme si mi mujer esta muriendo — con lagrimas en los ojos le contestó.

—Mucha suerte, le digo esto porque en verdad la va a necesitar, estos son los momentos más dolorosos para nosotros, ver cuando los seres queridos lloran sin fin por alguien que va a morir, por alguien que no podría salvarla ni un milagro del creador de la vida. — Dijo el medico perplejo y con seriedad. 

        Al quinto día de estar internada en el hospital, decidieron dejar que se le cuidase en mi casa a mamá. Llegó la ambulancia y la dejo en recostada en su cama. Todos mis hermanos estaban felices, creyeron que el milagro y las promesas que tanto pidieron a ese crucifijo fueron cumplidas. Al paso de unas horas, comenzó a convulsionar hasta llegar a el punto de lanzar espuma por la boca. Todos en el hogar se asustaron y mi padre se molestó, tanto que salió de la casa y no supimos a donde fue. Cuando regreso llego con la carrosa fúnebre y una caja de muertos.

HIJO DE NARCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora