[Su padrastro deslizó la mano sobre su piel juvenil].
Ella aguantaba callada, fingiendo que dormía, había ensayado mentalmente aquella escena y ahora no podía equivocarse.
Hacía apenas unas horas que habían sepultado a su madre, quien nunca creyó las acusaciones que su hija levantaba sobre su esposo, la llamaba mentirosa e intentaba golpearla, quizá por miedo a ser abandonada.
Nunca fue la mejor madre, pero era lo único disponible, ahora solo quedaba él y sus ansias.
Durante el año que duró el matrimonio, su padrastro siempre subía a su cuarto por las noches, la amenazaba de mil formas y la tocaba.Esta noche sería la definitiva.
Esperó a que él acercara el cuello lo suficiente, apestaba a alcohol y ansiedad, la luna intentó mirar hacia otra parte, los cuervos espiaban por la ventana, amotinados en un cable de luz, como si supieran lo que iba a pasar.Ella deslizó su mano lentamente bajo la almohada hasta alcanzar el mango de un cuchillo, esperó a que él girara la cabeza en el ángulo correcto y en un movimiento de envidiable agilidad, se lo clavó furiosa dentro del cuello.
Él se tiró de bruces y cayó a un lado del buró, estirando su mano hacia ella.
La chica, de 14 años, observaba parada frente a él, con el corazón pateándole el pecho.[Y se dio cuenta de algo infinitamente curioso...lo estaba disfrutando].