Mi primer año en la u en sí fue super rara. Ningún profe podía decir mi apellido bien y siempre me weaban diciéndome que no era Chileno, que andaba puro weando en este país de mierda.
Igual en el colegio fue algo más o menos igual, pero como tenían que tratar bien los profes a sus alumnos ninguno me trató de weon o me decía "ándate a tu país culiao, aquí andai puro dando jugo". Aunque igual me tincaba.
Para empeorar las cosas yo soy rubio po, soy casi perfecto, todos me tienen envidia y me agarran pal webeo, todo porque no soy un negro como los demás aquí.
Como era de esperarse, a inicios del año todos organizaban carretes; empezabai en la casa del Tomás para hacer la previa, te ibai con las chiquillas a la fiesta de la Cote, después seguíai a la patota hasta llegar a la casa de cualquier otro culiao y finalmente despertabai nuevamente en la casa del Tomás. Yo me perdía después de saludar a todos e identificar sus caras por si después alguno me chorea alguna weá, recibía algo piola y empezaba a alucinar po.
Así se resume mi primer año.
Trataba de no faltar a ninguna clase, pero siempre terminábamos comiendo en el McDonald's que quedaba cerca, además la beca Junaeb nos dejaba pagar como 500 pesos por un tocomple, una coca cola y un helao.
Y como los otros 500 no se podían perder...
Nos volabamo todas las noches, ni pensabamos que al otro día teníamos que volver a la u, lo hacíamos no más.
Andábamos pal pico al otro día si, pero ni ahí.
Me di cuenta que estaba cagao el mes que me tocó pagar a mí la renta del departamento, mis viejos no tenían ni idea que el aweonao de su hijo se había gastado todos sus ahorros en condones, cervezas, cigarros y drogas, yo tampoco les dije, o si no me habrían sacado la chucha ahí mismo.
No sabía qué wea hacer, estaba en la pálida.
Entonces el Tomás me dio una solución po, algo que al principio me pareció la weá más absurda del mundo, pero después caché que era la mano po, que si lo hacía terminaría ganando plata.
Vender marihuana dentro de la u.
Era la idea más weona del mundo en el sentido que si te pillan te agarran y te vai directo a la cana; pero igual.
Démosle no más.
Nos pusimos a averiguar qué onda po, con quién nos conseguíamos las semillas y dónde las íbamos a dejar.
El weón del Tomás no podía porque estaba compartiendo su pieza con otro culiao más, y como no le tenía mucha confianza dijo que no.
A mí me cagó no más po.
Tenía una pieza solo para mí, así que igual me daba lo mismo. Hice espacio y me dispuse a dármelas de jardinero, agricultor o cualquier wea que se relacione al hecho de plantar una planta... en este caso, marihuana.
Cuando crecieron no lo podía ni creer, eran la weá más caguai que podía existir, estaban bonitas, no quería ni venderlas.
Me puse a pensar que el Tomás era como mi nuevo compa, mi broda, mi partner y puta, si lo hubiese conocido meses atrás estaríamos viviendo así "juntitos" como las zorras que somos, pero no po.
Esto habría sido más fácil, mis papás no me vendrían a ver todos los meses para ver si me faltaba algo, y no tendría que esconder mis matitas para que ellos no cachen ná.
Tendría con quien compartir la deuda, que igual era harta plata po, la wea era más cara que la chucha.
Pero estaba solo, y si me pillaban me iría solo también.
Al primer año todos querían ser mis amigos, dejé de ser el weon con cara de cuico al culiao que vendía de la wena.
Algunos profes cachaban qué se tejía, pero se hacían los weones y daban vista gorda porque igual algunos me compraban para relajarse un rato.
El Tomás me ayudaba a vender y se dejaba sus buenas ganancias, con todo lo que vendíamos podíamos pagar el arriendo y comprarnos cualquier weá. No podía ni imaginar cuánto ganaban los culiaos que se dedicaban a esto desde siempre, los que vivían en la pobla más mala a vender sus puchos piolas.
Lo más sorprendente era que iban weones de otras universidades a comprarnos po, éramos más faralas que la chucha.
Para qué decir lo que pasó conmigo po. Yo vivía en mi mundo de Bilz y Pap, andaba siempre en mi volá — literalmente — y andaba raja, pero piola. No molestaba a nadie.
Dejé la harina culiá que siempre nos vendían y me puse a fumar yerba de la wena, total, todos decían que la hueá tenía fines curativos.
¿Qué me curaba a mí? Ni puta idea.
Pero era bacán.
ESTÁS LEYENDO
Las aventuras del hombre marihuana [Abril]
HumorSigue junto a Pedro las aventuras del típico marihuanero.