Maldición

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Ahí estaba yo, sola, maltratada, infeliz. Entré en lágrimas mientras llovía, no aguanto esto.

- ¿Ya te dieron la dosis, ivhana? -Preguntó Vector

-no, no me pega igual -dije apática

- ¿Por qué tan amargada deditos?

-NO ME DIGAS ASÍ -grité alterada, odio ese apodo. Y algo de sentido tiene, perdí una mano en la purificación y ahora tengo una mano biónica bastante funcional. Supongo que me merezco el apodo.

- ¿Estás bien? -me dijo amablemente, ¿desde cuando él era así? Mi cabeza daba vueltas por toda la confusión de la noche anterior

-bien -es lo único que salió de mi boca antes de perder la conciencia.

Solo recuerdo ambulancias volando a velocidades indescriptibles en el cielo. Entre toda esta confusión pude ver a Vector, estaba con su estúpida cara de preocupación ¿acaso no fue el quien me ofreció otra dosis de Hypnos en la mañana? Cuando me consideré despierta vi a un doctor bastante apuesto y comenzó a preguntar las típicas preguntas que un doctor hace. - ¿cómo te llamas? Preguntó - tienes pinta de que tienes algún nombre extraño. Tenía razón, no siempre conoces a una Ivhana. Entre dientes me presenté. -Me llamo Ivhana, con h, nací en la tierra en reino b, tengo 17 años, y no tengo idea de cómo llegué a este hospital.

-Solo necesitaba tu nombre, no un resumen de tu vida. -dijo amablemente el joven doctor. Verás según los estudios que hicimos, tienes altos niveles de Hypnos de segunda en tu sangre, y si suena mal déjame decirte que es aun peor -la voz del doctor perdió su amabilidad, se tornó turbia, triste, como cuando recibes la noticia de que alguien que amas falleció- Ivhana, tienes un bebé. -fue inesperado, nunca pensé en tener hijos, aún soy joven y me he acostado muchas noches sin comer. No soy la adecuada para traer un bebé al mundo, y teniendo en cuenta lo difícil que es ocultarlos de la ley. -verás, ivhana, en tu vientre llevas esperanza, o una maldición, como quieras verlo, en términos objetivos, la noche pasada, fuiste violada por alguien, uno del clan insurgencia. Tu sabes que hacen, ¿no? -si -respondí solloza, me sentía torpe, estúpida. No puedo dejar que nadie se entere del embarazo, de lo contrario serán contados mis días antes de entrar a la cárcel.

Entonces que debería hacer, si acá en la tierra es ilegal tener hijos, y solo los ricos pueden pagar la inmortalidad. No me quedan más de 30 años para tomar una decisión, y 30 años es muy poco tiempo. El doctor solo esperaba mi respuesta, hasta que ellos entraron, cual sombras de animales salvajes irrumpieron en el silencio de la habitación, entre 8 y 12 sombras con trajes elegantes negros atacaron a todas las personas en la habitación cual pirañas, entre las cuales se encontraba el doctor, aquel joven doctor que acababa de hablarme, su cadáver cayó al piso y entre esa nube de sangre, pude notar que la siguiente víctima, era yo.

Impactada y bajo el efecto de algún medicamento mezclado con las dosis de Hypnos que sin dudas me inyectaron anoche, Me levanté de la camilla con 2 tubos conectados a cada brazo, y sin pensarlo, me arrojé del edificio. Piso 36, la peor decisión que he tomado, sin modificaciones moriría pero si las usaba, llamaría la atención que una adolescente adicta al Hypnos desde el nacimiento se hubiese lanzado desde un piso 36. Piso 19 leí mientras caía, tengo que actuar, rápidamente, sobrecargó mi mano para que se aferrara a la estructura del edificio, por mi seguridad y especialmente la de mi bebé, debía proteger la mitad izquierda de mi cuerpo, de lo contrario, por la velocidad, mi brazo se rompería y caería de unos 40 metros de altura.

El como llegué a aquí es una historia por lo menos complicada. Aquel hospital guarda un secreto que no ne deja dormir por las noches.

ErranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora