-Oh, ¡apágate estúpido!- le grité al despertador a la vez que lo golpeaba para que se callase, al final, se calló.- Por fin..
Me levanté de la cama, aún era temprano, faltaba media hora para que tuviese que salir de casa, no quería llegar tarde al instituto y que me preguntasen que que me había pasado, no quería tener que explicar que simplemente me había dormido. Abrí el armario y saqué unos vaqueros negros, mis converse rojas y una camiseta de Los Ramones. Bajé a desayunar, y ahí estaba mi madre, tan perfecta como siempre, maquillada, con las piernas depiladas y un vestido rojo y tacones, con una sonrisa blanca estampada en la cara, siempre parecía feliz, perfecta. Yo me limitaba a hecharme corrector debajo de los ojos para que no se notase lo poco que dormía.
-Buenos días Scarlet, ¿que tal has dormido hoy hija?
-Bien mamá, ¿y tú?- pregunté entre dientes, aunque, si había dormido bien, sin pesadillas y de un tirón.
-Oh, muy bien, nueve horas y treinta minutos.- dijo ella tan feliz y perfecta como siempre.
Ella como siempre, se preocupaba por las horas que había dormido, mientras yo me preocupo de cambiarme las vendas del brazo para que no se me infectasen los cortes. Desayuné tres tortitas y un zumo de naranja, le dejé agua al gato y unas sardinas y me fui con mi mochila negra colgando del brazo.
Al llegar vi un grupito de chicos de mi clase que me miraban de arriba a abajo, y que se callaban cuando yo pasaba, sinceramente, me daba igual. Me arranqué los auriculares de los oídos y me dirigí a mi taquilla. Tomé unas galletas y me dirigí a clase. Uno de mis pocos amigos, Miguel, me saludó según entraba. Es un cielo.
-Ey, Scarlet, ¿que tal te va la vida?-me preguntó con una sonrisa.
-Ah, bien gracias, mejor.- mentí, no quería que se preocupase por mi.- ¿Y tú?
-Bien, si. Te noto rara, pero Scarlet, sigues cor..
-Buenos días alumnos, sientense en sus respectivos sitios, que la clase va a comenzar.- Interrumpió mi profesor.- Hoy hablaremos de las diferentes unidades de medida.
Me senté en mi sitio y saqué mi libro y mi archivador repleto de hojas, también cogí un bolígrafo, aunque no pensaba escribir nada. Como la clase era aburridísima me puse a escribir en mi cuaderno la letra de I Started a Joke, una canción que me encantaba y que ahora era mas o menos mi realidad. Acabó el instituto y volví a casa, no había sido un mal día. Tan solo me habían tirado un zumo encima, sigo sin creer que hubiese sido sin querer, por suerte para mi, tenía un jersey negro en la taquilla que utilizé en vez de llevar la camiseta sucia de Los Ramones. Volví a casa y estuve jugando con el gato, el pobre estaba bastante deprimido. Cené un poc de arroz con verduras, quería salir de esta anorexia lo antes posible, aunque, en realidad, había sido mas bien una depresión. Me metí en la cama temprano y estuve leyendo hasta las tres de la mañana, me dormí. Y por primera vez en varias semanas, llevaba 48 h. sin cortarme.
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Diario de una kamikaze.
RandomSiempre contracorriente, tan suicida, tan... KAMIKAZE. 'Vives en un vacío, con líneas pintadas de perfección.'