- No quiero que salgas esta noche.- Habla mi madre mientras se mira las uñas.
- No pensaba hacerlo, no me interesa reunirme con matones.- respondo ganándome una mirada moribunda
Me giro par salir de la cocina cansada de verme en la misma situación que cuando era niña. Ellos siempre me hacían esto, se reunían con criminales, mientras yo permanecía encerrada como un cachorro en mi habitación esperando a que se me permitiera salir. Como si yo fuera un pequeño y sucio secreto.
- Hablo en serio, Lea- escucho su voz detrás de mi
- Yo también.
Y sin más, seguí mi camino, escapando de lo que parecía ser otra larga conversación con mi madre sobre sus protectores motivos para mantenerme al margen de la escena.
Claro. Porque ser corruptos no es jodidamente peligroso.
Entro mi antigua habitación lo más rápido posible, cerrando la puerta detrás de mí. Me siento junto a la ventana justo como hacia cuando era niña y me dispongo a sacar mi laptop de mi bolso, reviso el horario de entregas de los ingredientes para mi pastelería, hago algunas llamadas, reviso papeles y hablo con Emilia sobre como va todo en mi ausencia. La pastelería era mi bebe, viví y trabajé duro para poder convertirla en lo que es actualmente, no es nada grande ni conocida, pero es todo lo que siempre había soñado. Pequeña, rustica y hogareña, un espacio especial llena de libros, postres y café listos para alegrar el día de alguien.
Mis padres nunca han sido del tipo familiar, siempre demasiado ocupados para prestarle algo a su pequeño accidente. Por lo que siempre me la pasaba encerrada haciendo pasteles en videos que veía en internet y pensé en que ese siempre seria mi colchón de seguridad. Al entrar a la universidad y no ser lo que querían me excluyeron de sus vidas, me borraron ante sus amigos, dejándome sola.
Así que construí Dolce Amore desde cero, dejando de lado mi vida como la hija de Fabiana y Giulio Ferro. Hasta hoy, día en el cual me tendieron una emboscada afuera de mi pastelería, amenazando con hacer un escándalo si no hablaba con ellos.
Así que aquí estoy. Cautiva como en los viejos tiempos
La puerta se abre haciéndome alejar la vista de mi computador hacia el intruso. Mis ojos se posan Julia, mi persona favorita en esta casa. Julia a trabajado ara mis adres desde que puedo recordar, siempre se encontraba a mi alrededor, cargándome, cuidándome, jugando conmigo y consolándome cada vez que mis padres mostraban ser espantosos en sus roles paternos, lo que era cada día.
- Hola hermosa niña, espero no interrumpir
- Tu nunca lo haces- le sonreí
Su mirada se suavizaba con cada paso que daba hacia mí, coloco la bandeja con comida en mi mesita de noche y medio esa mirada que desbordaba afecto, y yo no sabía cuánto la había extrañado hasta ahora.
- Estas tan grande mi niña. Todavía recuerdo cuando eras una bebé
Sonreí ante sus palabras mientras me levantaba para acercarme a ella. La abrace tan firmemente, tratando de trasmitirle lo mucho que la eche de menos.
- Te extrañe muchísimo Julia. ¿Vas a quedarte?- pregunte esperanzada
Ella negó con la cabeza – No puedo, niña. Abajo es un caos sin mi para mantener el orden , ya sabes como funciona.
Salió de la habitación con una susurro como despedida mientras cerraba la puerta.
Habían pasado horas desde que llegue, había visto ir y venir los autos lujosos, así como también quienes venían en ellos y estaba jodidamente harta de todo, así que empaque mis cosas y salí de la habitación, me dirigí al balcón mientras intentaba armar un plan.
Los guardas de seguridad se encontraban en todas partes, por lo que se me haría jodidamente imposible salir sin ser vista.
- ¿Interrumpo?- resonó un voz gruesa irrumpiendo mi silencio
Me enfrento a la voz desconocida, pero ante la poca iluminación poco puede realmente ver. Seguramente es de los invitados de mis padres, lo que hace que automáticamente se despierte mi curiosidad. Podía sentir su mirada en mí, su rostro se veía mortalmente cincelado ante la luz de la luna.
- No, no haces
- ¿Puedo saber tu nombre? Nunca te había visto antes
- Claro que no lo has hecho. Soy la cautiva preferida de esta casa
- ¿Y eso es malo?- Levanto una de sus cejas
- Depende de a quien se lo preguntes, si es a mis padres te dirán que es por protección, lo que es bastante hipócrita si me lo preguntas, para mí son tan malos como las personas de las que me ocultan.
- ¿Y de quienes de ocultan, Lea?
Mi pulso se acelera al mismo tiempo en que mis cejas tocan el nacimiento de mi cabello ante la sorpresa.
- ¿Cómo sabes mi nombre?
El solo me mira, como si estuviera decidiendo si responder mi pregunta o ignorarla.
- O claro, eres uno de ellos. Un matón, un corrupto o un asesino, de la mafia tal vez, no lo sé, con mis padres todo puede pasar. Así que ilumíname
Siguen sin responder a lo que le digo, así que continuo
- No creo que seas de la mafia, no te veo siguiendo órdenes de un viejo amargado
El hombre se ríe ante mi comentario haciéndome temblar. Porque dulce Jesús su risa no es nada que hubiera escuchado antes, es exquisita, grave y aterciopelada. Como una melodía gutural y masculina para tus oídos.
Sin poder detenerme me acerqué aquel misterioso hombre hasta que pude distinguir su apariencia. Y de pronto todas mis preguntas se respondieron, mi respiración quedo atrapada, mi corazón golpeaba mi caja torácica mientras detallaba cada centímetro del hombre enfrente de mi.
Luca Marcello.
Se que noto el reconocimiento en mi rostro justo cuando pude verlo. Toda Italia lo conocía, conocía su apellido, quien eran y de lo que eran capaces.
Su expresión es dura, sus ojos azules son oscuros e inquietantes, enmarcados de espesas y largas pestañas, su nariz es recta y algo prominente, sus facciones son pesadas y definidas, como si pudieran cortar al tocarlas. Me picaban los dedos por pasar mis manos por su rostro hasta su espeso cabello castaño. Su altura superaba la mía por centenares de centímetros, mientras que su cuerpo prominente parecía acompañar de maravilla su oscura personalidad.El se limito a mirarme, como si estuviera analizándome, sus ojos no se apartaban de los míos por nada. Se le veía calmado mientras lo hacía, mientras que yo intentaba con todas mis fuerzas mantener a raya mis pensamientos y los latidos de mi corazón.
Y aquí me encontraba bajo la mirada del hombre mas poderoso de Italia.
Que suerte tienes, Lea...
Los pasos en el pasillo se hicieron más notorios conforme se acercaban haciéndome salir de mi ensoñación, empuje Luca de vuelta a las sombras al mismo tiempo en que se abría la puerta que da al balcón.
- ¡Oh niña! Por fin te encontré
- Si, lo siento. Necesitaba algo de aire.
- Dios niña, sabes que tus padres me matan si te notan afuera. Sin mencionar que el señor Marcello odia la indiscreción.
Su elección de palabras se siente como un golpe en el estómago. Nada ha cambiado y estoy cansada de intentar que pase.
- Yo no soy una indiscreción— discrepo
Soltando un suspiro, toma mi mano sacándome suavemente al pasillo que dirige a mi habitación
- Lo sé, niña.
Me siento de vuelta en la ventana como una niña castigada. Busco con la mirada mi bolso, dándome cuenta exactamente donde esta, frustrada por haber aceptado volver de nuevo en primer lugar. Entro nuevamente al balcón, tomo mis cosas y si poder evitarlo, noto su ausencia, mi mirada viaja por todo el lugar sin éxito. Se ha ido.
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The original Marcello's- EMPIRE
RomanceLuca Marcello es el mayor de dos hermanos de la familia Marcello de pie. El y sus hermanos gobiernan la Cosa Nostra a sangre fría y sin segundas oportunidades .Su familia ha gobernado Italia con mano de hierro, siendo la mas poderosa y primera famil...