El sudor me recorría la espalda, mi cabeza se sentía pesada y mi cuerpo entumido. Puedo escuchar el ruido normal de las calles romanas a mi alrededor, pero no puedo ver nada. Escucho lo que dicen, como celebran mi captura, como se refieren a mí y a lo que les gustaría hacerme.
Uno de ellos recorre su mano por mi muslo desnudo, mi abdomen, el valle de mis pechos hasta la parte de mi cuello que cubre la bolsa. Un escalofrió me recorre al sentir sus callosas manos sobre mi piel, haciéndome retorcerme.
¿Dónde está mi ropa?
- Oh mira, Andrew. El regalo del jefe despertó
- Me pregunto si Marcello me dejara probarla
Mi cuerpo se tensó ante la mención de su apellido. Pude sentir el miedo calar hasta el último hueso de mi cuerpo.
- Sabes que no le importaría. Tal vez una probada como pago- metió de nuevo sus manos en el centro de mi cuerpo
- A Cavallaro se le caerá hasta el último de los cabellos pensando en lo que estará pasando su hijita.
La comprensión me golpeo justo en el estómago. Ellos no me estaban buscando a mí, buscaban a Em. La esperanza fluyo a través de mi cuando dije:
- No soy ella, malditos idiotas. Se equivocaron de mujer
Golpe.
- Cállate. Si te escucho soltar una maldita palabra voy a mostrarte lo que este idiota puede hacerte.
- Te arranco la polla antes de que siquiera la acerque a mí.
Sentí un leve piquete en la parte lateral de mi cuello, me alejé de las manos extrañas, mientras forcejeaba mi cuerpo comenzó a dejar de responder, habiéndome caer nuevamente.
Mi cuerpo aterrizo en un sordo golpe haciéndome despertar rápidamente. La bolsa fue arrancada de mi cabeza, mi cabello se encontraba enmarañado sobre mi rostro, mientras que yo me encontraba de cuatro patas a los pulidos pies de un hombre, levante mí ya entumido rostro, topándome con los ojos que no han salido de mi mente desde el jueves por la noche. Su rostro no mostro ni una sola señal de haberme reconocido, levanto la vista hacia los hombres, saco el arma detrás de su espalda y les disparo justo detrás de mí.
No me atreví a moverme, no porque pensara que me haría daño, sino porque mi cuerpo dolía tanto y por todas partes, que lo último que deseaba era moverme. Escuché la puerta abrirse, aun así, seguí sin mover un solo musculo.
- Sácalos de mi sala. Llama a mis hermanos y diles que los quiero aquí cuanto antes
- Claro, Don.
El clic de la puerta volvió a escucharse cuando salieron. Luca me dirigió nuevamente la mirada, esta vez deteniéndose en cada parte de mi cuerpo medio desnudo. Su reacción siguió indiferente ante mi notoria desnudes, como si lo que viera no le interesara.
- Levántate
Mi cuerpo reacciono automáticamente ante el sonido de su voz. Me levante sumamente despacio tratando de no sonar como un cachorro lastimado, aunque así es como me siento.
- Lea Ferro – susurro mi nombre tan bajo, que apenas fue perceptible
Mi respiración se estancó al escuchar mi nombre salir de sus labios, abrí la boca para responder, pero ya se estaba dando la vuelta para marcarse. Lo seguí un par de pasos más atrás, ya que por más que lo intente no parecía poder ir más rápido.
- ¿Vas a dejarme ir?- pregunte a su espalda
No me respondió, siguió su camino hasta llegar al final del pasillo, donde cruzo el lumbral de la misma cerrándola detrás de sí. Segundos después salió, me lanzo una enorme camisa negra y unos boxers.
- Vístete - ordeno
- ¿Dónde?
- Aquí
Le di una mirada sorprendida y un poco indignada por su respuesta, abrí la boca para protestar, pero su mirada irritada hizo que lo pensar mejor y cerrara la boca .
- No me interesan tus virtudes, Ferro.
Su comentario golpeo mí ya magullado ego. Sabía que no era fea, tampoco puedo ser calificada como despampanante, pero no sé porque una parte de mi deseaba su aprobación.
Idiota.
Me cambié lo más rápido que pude, mis músculos y huesos protestaban. Mi rostro se sentía entumido y sentía que podía desmayarme en cualquier momento, aprete mis ropa interior contra mi pecho mientras esperaba que Luca se dignara a hablarme. Un señor mayor de aspecto serio se acercó a nosotros silenciosamente.
-Me solicito, señor.
- Lleva a nuestra invitada a la habitación norte
- Por supuesto, señor
El hombre se voltio hacia mí, haciéndome un gesto para que avanzara. Mi cuerpo comenzaba a ceder, pero no iba a dejar que le hicieran daño a Emilia, no importa que, no lo permitiría.
- ¿Qué pasara con mi amiga?¿Vas hacerle daño?
Me dio la espalda, comenzado a caminar hacia las escalera. Con dedos temblorosos tome su antebrazo, note como se tensaba bajo mi tacto, pero no me importo, di un suave tirón hacia mí para que me mirara.
- No le hagas daño. Ya me tienes a mi
- No eres tú lo que quiero
Auch
- Haga lo que le pido, Berutti
No lo volví a ver desde ese entonces. Tome una ducha para limpiarme la sangre seca de la cara, me cambie y espere. La habitación en la que me dejaron es hermosa, sus decoraciones son mínimas y bien estructuradas, pero con un aire impersonal y escalofriante. La impaciencia y el cansancio me corroen el cuerpo, este último punto de ganar la batalla. Pude notar como iban pasando las horas y con ella las luz a través de la ventada iba apareciendo nuevamente.
Se supone que no vería a Em hasta el lunes, por lo que dudo que llegue a notar mi ausencia y sin ella, me quedo sin opciones para poder salir de aquí. La puerta se abre en un golpe seco haciendo que me petrifique en mi lugar. Luca entra y grandes zancadas se acerca a mí, su mirada se cruza con la mía mientras lo hace, sus músculos contrayéndose con cada paso que da. Se detiene a solo unos centímetros de mí, haciendo que suelte un suspiro tembloroso ante su cercanía. Su olor calando en cada parte de mí, mareándome. Huele a madera y vino, fuerte, dulce y amargo a la vez, su cejas se fruncen ante mi haciendo que me concentre.
- ¿Entiendes?
- ¿Disculpa, que?
Da unos pasos atrás, su mano pasándola por su cabello, mientras que con la otra presiona el puente de la nariz, luce exasperado y estresado conmigo y no tengo idea de porqué. Yo soy la que fue raptada, golpeada y manoseada y no me ves frunciéndole el ceño.
- Mira, no tengo tiempo para esto. Te vas a quedar aquí, quieta y obediente mientras resuelvo esto.
Mi furia se dispara ante cada palabra que sale de su boca. Me acerco a él con la mirada fija en esos ojazos que ahora mismo me parecen exasperantes, presiono mi dedo índice fuerte mente sobre su pecho.
- A ver si captas. No soy un jodido perro, a mí no puedes venir a decirme, sentada, quieta y esperar a que obedezca.
Su mano me rodea el cuello empujándome a la pared más cercana, su cuerpo sobre el mío sin un solo centímetro que nos separe. Mi cuerpo protesta ante su delicadeza, pero solo me limito a mirarlo.
- A ver si me captas tu a mí.- Utiliza mi frase- Si te doy una orden, tu obedeces, callada y sin chistar. Porque si lo haces, realmente voy a tratarte como a un animal.
- ¿Crees que por ser el blanco equivocado estas a salvo?
Ambas manos recorren el lateral de mis muslos, subiendo su camisa hasta la base de mis pechos. Mi respiración se acelera mientras lo veo tomar la tela con una mano y acariciar mi torso con la otra.
- Equivocado o no. Sigues siendo el blanco.
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The original Marcello's- EMPIRE
RomanceLuca Marcello es el mayor de dos hermanos de la familia Marcello de pie. El y sus hermanos gobiernan la Cosa Nostra a sangre fría y sin segundas oportunidades .Su familia ha gobernado Italia con mano de hierro, siendo la mas poderosa y primera famil...