Solo curiosidad

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Después de que todos los autos dejaran la casa, salí tan rápido como pude, ignorando a mis padres en el camino. Estoy cansada de esto, solo deseo salir de aquí lo mas pronto que se pueda.

- ¿A donde te diriges?- pregunta mi padre viniendo detrás de mi

- A mi casa, donde debí haber estado en primer lugar.

- No puedes irte, no hemos hablado

Me voltee furiosamente hacia el hombre que se supone es mi padre, le dedique una mirada furiosa antes de explotar.

- No quiero hablar, no tengo nada que decirles y sinceramente no me interesa lo que tenga para decirme. Manténganse alejados, me va increíble sin ustedes, déjenme en paz.

- Baja el tono Lea Ferro, estas hablando con tu padre.

Solté una risa sarcástica – Tu no eres nada, nunca lo fuiste. Así que deja de ponerte en un lugar que siempre te quedo grande.

El rostro me giro bruscamente ante el golpe proporcionado por mi padre. No me toque el rostro, no le daría ese gusto. Le regale una mirada llena de odio antes de darme la vuelta.

Camine un buen tiempo hasta encontrar un lugar en el que pasara el autobús. Para cuando llegue a mi casa me encontraba como en piloto automático, no quería pensar, ni hablar, ni sentir, solo dormir y olvidar que este día paso, aun si eso significa olvidar al guapo hombre de cautivadores ojos azules.

Al traspasar las puertas de mi pastelería, los olores me envolvieron y los problemas se alejaron. Mi vista se poso en mi amiga Emilia sonriéndole al señor Barsetti, un cliente habitual, que siempre pasa por lo mismos postres para su esposa.

- Buenos días, señor Barsetti. ¿Cómo va su mañana?

- Hola, dulce. Todo promete ir bien ahora que llevo estos mágicos cannolis para mi esposa.

- Espero que los disfrute, nos vemos

- Siempre lo hace, dulce. Siempre

Con una despedida sale de la tienda como todos los días. Emilia se vuelve automáticamente hacia mí, me toma de la mano y arrastra hacia mi pequeña oficina.

- Carlo, puedes encargarte de la caja. Gracias

Cierra la puerta con pestillo, se sienta en el sofá al lado de mi escritorio. Me tomo el tiempo encendiendo el computador y alistando todo, haciéndola bufar a mi lado.

- ¿Vas hacerme pedirte detalles?

- Mm

- No te hagas, que paso con tus padres

Le regale una mirada cansada, mientras soltaba un suspiro y me hundía en mi silla. No me había permitido mucho pensar en mis padres desde que los había visto la ultima vez, y lo de ayer no iba a ser diferente.

- No hay mucho que contar, me olvidaron durante horas por una reunión. Cuando acabo, salí de la casa, discutimos y me fui.

- Oh

- Si, y si no te importa, preferiría no hablar del tema. ¿Cuántos pedidos hay para hoy?

- Dos pasteles, una orden entera de cannolis y una de una orden de sfogliatelle.

- Vamos a ponernos a trabajar.

- Lo que digas jefa.

Salgo de la oficina detrás de mi amiga. Cuando entramos a la cocina comenzamos hacer la rutina de cada día, lavar y desinfectar, manos, preparar ingredientes, tomar cantidades, y demás. Mientras hacia las masas no pude evitar que mi mente se detuviera a pensar el Luca Marcello y nuestra extraña conversación en el balcón de mi antigua casa.

The original Marcello's- EMPIRE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora