Cuando abrió los ojos, faltaba poco para el amanecer. Marinette movió sus pies y manos bajo la manta, demasiado sorprendida. Con lentitud, se tocó la lengua. Tratando de hablar en voz alta, siendo recibida por una entonación fuerte y clara.
No entendía que estaba pasando, estaba segura de que segundos antes, su ejecución estaba siendo realizada, donde un caballero de brillante espada cortaba su cuello en un solo golpe. Su vida había sido el pago de su ingenuidad, no obstante está aquí, viva.
Si bien su cuerpo no tenía marcas ni dolor, la enorme carga de traición seguía lastimando su corazón.
Sintiéndose desorientada, levanto su mano.
Los hermosos rayos de luz de la luna, se filtraron a través de la ventana, tiñendo de azul sus manos. Marinette observó sus manos en silencio, movió las sábanas a un costado y se levantó de la cama. Estando de pie se encaminó a un mueble para encender una lámpara, al tener un poco de luz, la joven se paró enfrente de su gran espejo, mirándose fijamente.
– He vuelto.
En el espejo se reflejaba una chica de cabello azabache con efectos azulados y ojos tan celestes y brillantes como el cielo. Sorprendida se tocó con las llenas de sus dedos, sus mejillas algo regordetas, si bien era ella quien estaba en el espejo, se sentía como si estuviera viendo a una completa extraña.
–¿Mi cara se veía así cuando joven?
Pecas pasando por el puente de su nariz hasta llegar hasta sus rosadas mejillas, piel parecida a una muñeca de porcelana, sin imperfecciones, acompañados con rasgos que provenían del Oriente.
No pensaba que su deseo se haría realidad. Sin duda no se daría el lujo de desaprovechar esta oportunidad de bondad que Dios le había regalado, ahora lo primordial era cambiar el destino de su familia y destruir a todos aquellos que la traicionaron.
Si Lila pudo hacer todo eso, quiere decir que necesito de alguien mucho más poderoso que Théo, su ex prometido tenía la habilidad excepcional para manipular a Marinette a su antojo, pero no importaba cuanto esfuerzo hiciera para que nadie sospechara, siempre dejaba un rastro pequeño.
Con Lila era lo mismo, solo que ella era capas de manipular a una cantidad mucho más grande de personas. Cambiando los hechos a su antojo y dando mentiras hasta el final, como si de una gran batalla tratara.
Ahora que lo reflexiona, gracias a una criada de Lila, siempre hubo evidencia que su prima estuviera haciendo algo extraño, siempre estuvo hay, pero nunca se dio cuenta.– Lo importante es que he vuelto.
– ¿Señorita?– Hablaron a través de la puerta cerrada.– Joven señorita, estoy entrando.
– Puedes pasar.
– Le traje el vestido que se encargó la semana pasada. Es bueno verla despierta tan temprano, demasiado para ser exacta. Hoy nos vamos a la capital, señorita.– Le sonrió con cariño.
Ella era la doncella más leal hacia Marinette. Siempre la trato con mucho cariño, se podría decir que la trataba como una hermana menor.
Y hoy. Hoy era el día en donde todo comenzó.
La doncella dejó el vestido sobre la cama con mucho cuidado de no arrugarlo y luego miro a su señora con cautela.
– Señorita, ¿hay algo que le preocupe? ¿Acaso no se siente bien?
– ¿Eh?... ¿Por qué lo dices?– Respondió con cierta perplejidad.
– Es... es solo que se ve más pálida de lo acostumbrado, sin tanta energía desbordando en su persona y más preocupada. ¿Hay algo que le preocupe? Sabe que puede confiar en mí.
– Me conoce muy bien– Pensó desviando su mirada al suelo.– ¿Tikki, has tenido alguna vez un sueño tan real que al despertar temes que se haga realidad?– Se encaminó a su gran cama para tomar asiento
– ¿Señorita, ha tenido una pesadilla?
– Sí. Pero se sintió tan real que me aterra que se cumpla y es por eso que pensé en que talvez puede ser algún tipo de sueño premonitorio.– No puedo decirle lo que realmente pasó, no porque no me creyera, sino que es mejor mantenerlo en secreto.
– Señorita, no se preocupe por eso, a las finales, no son más que fantasías que hace nuestro cerebro a la hora de dormir. Venga. Duerma un poco más que aún es muy temprano para usted. La despertaré luego. – La doncella levantó a Marinette de su lugar para guiarla a la cabecera de la cama, con delicadeza, Marinette se recostó a la par que su criada la tapaba con las cálidas mantas.
La señorita cerró sus ojos, dejando que en su ser fluyera recorriera esa sensación de adormecer tan bien conocida.
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La señorita vuelve a vivir - [AU MLB]
AléatoireMarinette Dupain-cheng, quien pasó toda su vida como la señorita más elegante, refinada, inteligente pero a la vez ingenua de su época, al igual que su familia, terminó muriendo sin poder ser escuchada y engañada por sus cercanos y prometido. Cuand...