Capítulo 2: Ahorcar es señal de Respeto

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Estimado Vasto Lord, nuestro Dios venerado descendiente de nuestros creadores:

Buenas noches, mi nombre es Tenjirou Orihime, como de seguro ya sabe muy bien si ha dictaminado el trueque de mi hermano por mi vientre. Déjeme ir al grano por favor y de antemano pido disculpas si suena ofensivo a su imagen, no es lo que deseo para su Eminencia pero, si conoce mi estado emocional, entenderá el por qué quiero ir directa con riesgo a sonar desubicada.

Ante su orden (disfrazada en un trato) sobre darle un heredero a cambio de traernos de vuelta a Sora con nosotros, estoy dispuesta en aceptarlo SOLO SI usted acepta elaborar la negociación de aquel trato en territorio neutral.

El palacio Shihouin.

Puede que este derrumbada, pero no soy tonta. No pienso hacer un trato, ni mucho menos con nuestro gobernante, al menos que este correctamente escrito y beneficioso por las dos partes.

Si está dispuesto, háganoslo saber lo antes posible para preparar nuestro viaje ya que no contamos con su habilidad de trasladarnos de un lado a otro en segundos. Si no, no se moleste en molestarnos más. Entenderemos su desaprobación tras el transcurso de un día sin respuesta.

Agradezco su tiempo de leer una carta escrita por una escoria Fullbringer.

Tenjirou Orihime.

Ichigo no ha parado de leer la carta desde que la ha recibido en su mano. Tanto que ya se conoce la tipografía de esa mujer de memoria y no le dificulta imaginar aquella pequeña mano blanquecina moverse con elegancia mientras escribe. En cuando le llego la carta, el papel tenía un rastro del aroma de un perfume con olores del bosque, pequeño para los emisarios de bajo rango que llevaron la nota, pero no a su persona. El olor le había llegado tan fuerte como si tuviese el cuello de la mujer a milímetros de su nariz.

Y fue suficiente para ponerse duro.

Ahora no le queda nada, ni migajas, sin embargo puede recordarlo sin problemas si se concentra mientras duerme o folla con una de sus esposas.

Se estaba obsesionando de curiosidad al punto que decidió perdonar su grosería y aceptar su patético intento de retrasar lo inevitable.

Ella iba a ser de él, le guste o no.

Sonriendo arrogante se termina de abrochar el broche de una calavera en su corbata roja de seda.

Encima de la corbata y la camisa va un chaleco negro, sin mangas y le cuelga una cadena de plata que termina en cruz. Agarra del sillón el saco del mismo color negro cuyo largo le llega por debajo del trasero, mangas un poco holgadas y pequeños diamantes en el borde de las solapas; se cubre las manos con guantes de cuero negro, adorna el saco con un pañuelo rojo en el bolsillo y recoge un bastón con un enorme rubí.

—¿Qué tal?— Desvía su atención a su primo. —¿Luzco adecuado para una cacería de esposa?

—Te ves demasiado confiado.

—Ella no tiene otra alternativa que aceptar. — Su lengua rosa uno de sus colmillos en señal de ansiedad. — De una u otra manera, se unirá a mi colección de esposas.

—¿Permanentemente?— Haciéndole recuerdo de sus propias palabras de que no sería así.

—Que haga lo que quiera una vez me dé a mi heredero. Quedarse o irse o tener un amante o varios, me da igual... pero seguirá teniendo mi marca. — Sonríe con burla.

—Haz lo que quieras entonces.

—Siempre lo hago, Kaien. — Su propia sombra empieza a crecer y transformarse en algo parecido a cientos de serpientes que lo van cubriendo. Sus ojos dorados brillan más intensos. — Nos vemos luego.

Vasto LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora