SUGURU GETOU ↯ quémame

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Suguru Getou x Fem!Reader. Ubicado temporalmente poco antes del volumen 0 del manga.

AC: Gente fumando. El cigarro hace mal, tkm.

La luz débil de la lámpara titilaba como una única estrella iluminando

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La luz débil de la lámpara titilaba como una única estrella iluminando. Las cortinas tenían olor a humo, viejas y desgastadas, y dejaban entrever el paisaje de afuera.

Suguru había llegado a verte minutos atrás, pero no había hablado mucho. Solo miró entre tus cosas, se sentó en el único futón y soltó su cabello. Vistiendo nada más que una camiseta y falda y sin nada para recibirle, tú tampoco estabas preparada para su visita.

—¿Te sientes bien? —preguntaste, alzando ligeramente las cejas, preocupada.

—¿Hay alguna razón por la que no debería estarlo? —te devolvió la pregunta con una sonrisa calmada. El rostro del hombre era tan sereno y cauto como siempre, pero su usual chispa intrépida no estaba.

Suguru Getou era mucho más fácil de leer que lo que él mismo pensaba. Especialmente para ti, que durante tanto, tanto tiempo habías estado a su lado. Él te había salvado la vida; su bienestar era lo mínimo que podías retribuirle.

—Te ves cansado —fue tu respuesta, pensando que todo lo otro que pasaba por tu cabeza era mucho más difícil de explicar.

Te sentaste junto a él y extendiste una de tus manos a su rostro. Dejaste tu palma deslizarse hasta su barbilla, donde te detuviste y comenzaste a trazar círculos con tu pulgar en su mejilla. Acostumbrado a tu contacto, el pelinegro te permitió acariciarle, como si pudiera recargar energías.

—¿Nanako hizo algo? —insististe, esperando que se llegara a abrir (un poco, aunque sea) contigo. Sin embargo, su respuesta fue nula.

Getou movió una de sus manos y notaste que lo que había sacado de entre tus cosas fue una cajetilla de cigarros. Sacó uno de adentro y se lo llevó a la boca.

—Estás fumando mucho últimamente —le dijiste, con tono más preocupado que recriminatorio. Sin embargo, buscaste un encendedor cercano y prendiste su cigarro por él.

Podías sentir tu propia expresión y sabías la profunda adoración que tu rostro enseñaba. Suguru Getou lo era todo.

Entendiste la mirada que te dedicó y le ayudaste a quitarse su ropa con la intención de estar más cómodo, quedando vestido únicamente de la cintura para abajo. La complicidad compartida de ambos era casi como telepatía, con una capacidad única de descifrar las necesidades del otro.

Fuera de esa habitación Getou era un hombre paternal y siempre tenía un plan A, B y C. Confiable, siempre capaz de otorgar contención y, sobre todo, siempre tranquilo.

Contigo, Getou se daba el permiso de quebrarse un poco.

—¿Puedo abrazarte? —preguntaste, teniendo frente a ti su torso descubierto.

JJK ↯ A FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora