ETHAN

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Me encontraba en el baño, esperando a Ethan para que se alimente de mi sangre, de . Ya no me siento tan nerviosa como al principio, pero me sigue doliendo y odio ver la diversión en su rostro mientras trato de no retorcerme de dolor.

Nuestro vínculo cáliz-vampiro estaba comenzando a avanzar, o eso creía, pero hace poco me enteré de que cuando Ethan me convirtió en su cáliz, cuando literalmente me abrió en canal, lo hizo con el objetivo de hacerme sufrir. He llegado a esa conclusión gracias a Vladimir, quien me dijo que con un mordisco bastaba. Pero claro, Ethan odia a los humanos y es exactamente lo que soy, una humana a la cual no es capaz ni de llamar por su nombre.

—Qué puntual eres, Personaje —mis pensamientos quedaron interrumpidos por el susodicho—. Una pena que hoy no tenga hambre. Vete —me quedo parada mirándole de frente sin dirigirle la palabra. Es un cretino—. ¿No me oíste?

—Te escuché perfectamente. Pero te recuerdo que este es mi baño. Así que te agradecería que te fueras tú.

—Mira niñita, a mí no me hables con ese tono. Yo haré lo que me dé la gana, así que largo. Y que no te lo vuelva a repetir.—Pero, ¿quién se cree que es? Ah sí, mi "amo".

—No, me parece que el que no quiere que lo repita eres tú. Esta es mi casa y, por lo tanto, te regirás por mis reglas. Y, si no te gusta, te invito a explicárselo a Vladimir y largarte.—Siempre lo mismo, a ver si cambia ya de actitud.

Vi satisfactoriamente cómo esa sonrisa petulante se le iba de la cara y fruncía el ceño. Si se cree que puede tratarme mal, va listo. Lo observé fijamente con una sonrisa, había conseguido que se fuera dando un portazo.

Tras mi pequeña victoria me di un baño relajante sin ninguna interrupción. Había sido un buen día: casi no había hablado con Ethan, no me había chupado la sangre y había conseguido cabrearlo y quitarle esa estúpida sonrisa que se carga siempre. Vamos, lo que se considera un día satisfactorio y productivo entre estas cuatro paredes en las que me tienen encerrada.

Cuando ya estaba más arrugada que una pasa decidí salir de la bañera. Seré un cáliz pero no una sirena. Me levanto de la bañera y me estiro para coger la toalla.

—Hola, preciosa —di un brinco y casi me caigo pero conseguí estabilizarme. Al ver que se trataba de Beliath me apresuré a coger la toalla y taparme—. Tranquila, solo vine a preguntarte qué le habías hecho a Ethan. Le pregunté qué tal os había ido y me cerró la puerta en las narices.

—¿Y no me lo puedes preguntar cuando esté en mi cuarto y no en el baño? —al escuchar mi contestación Beliath se ríe.

—Si así lo deseas... Te espero fuera —cerró la puerta tras de sí. Me puse la bata y salí pero no estaba en el pasillo, qué raro.

Entro a mi cuarto y casi me da otro ataque cuando lo veo sentado de manera elegante sobre mi escritorio aplastando el vestido que estoy arreglando para la fiesta que organiza él mismo.

—Beliath ¡levántate de ahí! —Me hace caso.

—¿Qué pasa? —Pregunta mientras mira hacia donde estaba sentado—. Te está quedando bien. Estarás sublime para la fiesta, cariño —doy un leve suspiro—. Bueno, ¿me vas a responder?

—No quieres saber algo más... No sé, que no tenga que ver con Ethan.

—En otro momento te vendría a visitar a ti, guapa. Pero me intriga que hayas conseguido enfadar a Ethan hasta tal punto —no puedo evitar sonreír. Que se joda.

—Lo sé, lo considero un logro de vida —sonríe ante mi respuesta—. Simplemente lo mandé a paseo. No fue para tanto.

—Si fueras otra estarías llorando por las esquinas por él. Me agrada que tengas tanto carácter. Habría sido interesante que me escogieras a mí —enrosca uno de mis mechones mojados en su dedo índice. Este hom- vampiro es capaz de tensarme en un segundo— una pena que le escogieras a él —dicho esto deja mi pelo.

BE MY SINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora