La muerte no duro más que un parpadeo.
Sus primeros días se vieron nublados, una persona desconocida le daba órdenes y él, como un fiel sirviente, cumplía lo que se le pedía.
Masacre tras masacre fueron realizadas por su propia mano.
En el primer momento de claridad, llegó a su palacio cubierto de sangre. Bu Gui todavía seguía goteando la sangre de sus víctimas y en sus oídos resonaban los gritos pidiendo piedad. Estaba hecho un desastre, pero en su pecho carente de un corazón se estaban despertando emociones.
Desesperación, preocupación...esperanza.
"¿Dónde está? ¿Dónde está él?" los sirvientes temblaban de miedo ante la aterradora imagen. Su emperador, ahora más bestia que hombre, agarraba sirviente tras sirviente de los hombros. Si no eran capaces de responder, los tiraba como si de basura se tratase.
"Su Majestad, ¿en qué puedo ayudarle?" El viejo Liu apareció al rescate, su figura encorvada en señal de respeto.
"¿Dónde está? ¿Por qué no lo he visto todavía? Traigan a Wanning frente a mí" Exigió, sus ojos desenfrenados como los de un loco aferrándose al último vestigio de cordura, como los de un hombre sosteniendo la única soga que lo evitaba caer a su muerte.
El viejo Liu bajó la mirada, su lenguaje corporal ya conocido por Taxian Jun.
Eran malas noticias.
Sin esperar respuesta, corrió hacia el Pabellón de Loto Rojo. Era su primera vez poniendo pie en el lugar después de su muerte, la primera vez en que esa persona desconocida lo soltaba y le permitía ver su dominio.
La residencia seguía limpia, los sirvientes cumpliendo con sus órdenes desde antes de su resurrección. El momento en que Chu Wanning murió, el tiempo aquí pareció haberse congelado. Los últimos libros que leyó seguían afuera del librero, su última pieza de caligrafía reposaba sobre el escritorio, el pincel que utilizó no había sido devuelto a su lugar. Todo hacia pensar que había una persona viviendo aquí, que dicha persona no se había ido años atrás.
Pero la diferencia entre fantasía y realidad era amplia y Taxian Jun lo descubrió el momento en que sus ojos se fijaron en el estanque.
Un estanque vacío.
Sin indicios de que alguna vez hubo una persona descansando ahí, ni un hueso o cenizas para conservar. Tal como lo había dicho, sus poderes espirituales eran lo único manteniendo el cuerpo de Wanning intacto, una vez muera nada quedaría de su Shizun.
El plan era de su agrado en el momento de su suicidio, maestro y discípulo, enemigos mortales, era justo que ambos desaparecieran de este plano mortal y siguiera castigando a Chu Wanning por sus faltas en otra vida.
Pero ese plan no pudo ser.
Nuevamente habían sido separados.
Ahora no solo había perdido el alma de Wanning, pero también su cuerpo.
No era más que una cáscara vacía inservible y aun así ¿Por qué lo necesitaba? ¿Por qué los pedazos rotos de su propia alma se lamentaban esta pérdida?
Tal vez esto era lo que merecía su horrible Shizun, ser olvidado por todos, ni un solo resto de su cadáver a cuál llorar, ofrecerle incienso o dinero. Sería un alma olvidada y solitaria en el inframundo, tal como en vida.
Y pensar que Taxian Jun se uniría a él, Chu Wanning no merece su atención ni vivo ni muerto.
--- o ---
El área alrededor del estanque de loto gozaba de tranquilidad, aguas cristalinas fluían constantemente de pequeñas fuentes, los pétalos rosados de las flores de loto se abrían de par en par, un pequeño paraíso en medio de tanta muerte y desolación.
Lo único que interrumpía aquella imagen era la figura de un cadáver viviente arrodillado a la orilla del estanque, sus manos se enterraban en la tierra en frustración, la fuerte y ancha espalda del hombre temblaba como si fuera un niño que se enfrentaba por primera vez a la soledad.
El reflejo de aquel hombre en el agua, su aspecto ni el de un ser vivo ni el de un muerto, revelaba toda la secuencia de pensamientos conflictivos que pasaban por su mente.
Un momento tenía una mueca burlona al pensar en la humillación que debía estar pasando la persona que odiaba en el inframundo, pronto esa mueca se desvanecía y se hacia presente una debilidad en su rostro orgulloso. Solo era un ceño fruncido, ojos que no habían llorado en décadas ahora se humedecían ligeramente, pero su simple reflejo causó que el emperador del mundo de la cultivación empezara a golpear la superficie del agua como un loco.
"¡Wanning! ¡¿Cómo te atreves a no seguir a este venerable por vida y muerte?! ¿Te crees tan importante como para dejarme atrás? Este venerable te encontrará donde sea, él-"
"No puedes buscarlo. Solo eres un cadáver, gracias a mí caminas y hablas" interrumpió una voz a sus espaldas.
La voz de ese hombre.
Taxian Jun se dio la vuelta, desde su resurrección deseaba poner sus manos alrededor del cuello de este "Hua Binan".
Por haber detenido su descanso.
Por utilizarlo como una marioneta.
Por separarlo de su Chu Fei.
"Chu Wanning esta vivo" dijo el hombre antes de que Taxian Jun cumpliera sus deseos de estrangularlo.
Los ojos indiferentes y fríos del emperador se iluminaron. Abría y cerraba la boca, indeciso de si quería saber más o no debía mostrar interés hacia la persona que más detestaba.
"Pero no en esta realidad, en otro mundo el inmortal Beidou sigue vivo. Si cumples lo que te digo...podrás reencontrarte con él pronto"
Así, la figura de ese hombre desapareció del pabellón de Loto Rojo dejando a Taxian Jun con sus pensamientos.
Poco tiempo después, el emperador también abandonó el lugar. Su mano apretando firmemente el mango de Bu Gui.
Lo que le esperaba al mundo de la cultivación los años a seguir era más destrucción y catástrofes, cada una responsabilidad de un muerto viviente despiadado, impulsado por el odio hacia su maestro.
Al menos, eso era lo que declaraba Taxian Jun.
Pero ¿quién podría creer en las palabras de un asesino?
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En palabras de este Venerable...
FanfictionEl ascenso y caída del emperador Taxian Jun quedaría recordado en la historia, pero ¿Quien cubriría la parte más interesante de su vida? Su relación con su Chu Fei, la ruptura y reencuentro de este fatídico par. Solo alguien que supiera toda la hi...