Capitulo 2

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Cuando la claridad se hizo nuevamente ante mis ojos, unos brazos musculosos me sostienen con firmeza. No sé qué ocurría. Mi mente confusa no me permitía pensar más de lo que está pasando en ese momento.

¿Dónde estoy? ¿Qué sucedió?

No tengo tiempo de pensar las respuestas yo misma, cuando observo el rostro aliviado de mi hija.

—¡Mamá! —se acercó a mí toda asustada—. ¿Estás bien?

Asentí mientras colocaba una mano en mi cabeza.

—Si, tal vez es por el agotamiento.

—O un embarazo—expresó de repente una voz masculina detrás de mí.

Oh Dios.

«Ahora recuerdo la razón del porque me desvanecí»

—¡Eso no es gracioso, Bruno! —explotó Mariana mientras me ayudaba a ponerme de pie. Aunque realmente no era necesario que lo hiciera. El cuerpo de atrás, hizo el trabajo sin problema.

Al estar totalmente vertical, permití que mi hija me ayudará a sentarme en unas de sillas que estaban libres. No me había dado cuenta de la escena bochornosa que estábamos haciendo hasta que levanté la vista, y miré las miradas indiscretas de algunos comensales.

Mi rostro se ruborizo de vergüenza, pero desvié la vista.

«Son desconocidos, no deben de importarme lo que piensen de mí»

Sin embargo, sabía que me estaba mintiendo. La sensación de sentirme juzgada estaba raspando toda mi piel. Me sentía vulnerable. Me sentía débil.

De pronto, un cuerpo se interpuso en esas miradas burlonas y mi ser. Justo así, pude respirar más tranquilamente y la tensión de mi cuerpo empezó a despejarse poco a poco.

Al levantar la vista, observé que la persona que había venido en mi rescate era Bruno. No supe que pensar. Solo pude observar esos ojos. Esos escandalosos ojos verdes que aún seguían apareciendo en mis sueños más perversos, y en recordar esa noche escandalosa.

Porque por muy siniestro que sonará todo. La verdad es que me había acostado con el novio de mi hija, y había gozado cada minuto con él. Supe que estaba mal al pensar en esa noche cuando conecté con su mirada, y observé esa mirada hambrienta.

Ambos recordando esa noche. Ambos ansiando otra más.

Pero no. En ese tiempo, ambos estábamos solteros. Sin ningún compromiso. Ahora era otra historia, y lo más importante, era el novio de su hija. No podía hacerle eso a Mariana. Eso podría hacerle mucho daño.

Claro que recordaba cómo había dicho sobre no estar segura de él, pero no se fiaba en sus palabras. Las mujeres tendíamos a minimizar lo que sentíamos por los hombres, y ese podía ser el caso de Mariana.

Además, Si ella no lo quisiera, no hubiera venido a presentármelo. Eso era una prueba irrefutable de que su hija se encontraba a un paso de enamorarse de Bruno. Y lo que era peor, es que también podría estar enamorado él de ella.

Si no era así, ¿entonces por qué había venido esta noche a conocer a la madre de su novia?

Tomando la postura de una madre, desvíe la vista de esos ojos verdes.

—Estoy bien, Mariana—hable cuando observe como mi hija empezaba a llamar al Maître, y empezaba hacer gestos. Al ver que no se iba a detener, me levante y por el rabillo de mi ojo, visualice como Bruno se acercaba para ayudarme, pero no deje que se acercará a mí, y continué caminando hacia mi hija, ignorando la sonrisa de Bruno. Al estar cerca de Mariana, toque su hombro, e hice que me viera. Al hacerlo, pude observar ese rostro preocupado de mi pequeña—. Estoy bien, hija.

ANHELO PROHIBIDO(MUESTRA WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora