Capítulo 1

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—¿Puedes intentar reducir los costos de esto? No quiero tener que hipotecar mi casa cuando me llegué la factura—le expresé con una sonrisa a mi secretaría.

—Qué exagerada eres.

Le guiñé un ojo, y continué viendo los documentos que tenía enfrente de mí. Al leer rápidamente me di cuenta que algunos tenían fallos que debían de ser corregidos inmediatamente.

—Sandra, te necesito—llamé a mi secretaria nuevamente.

Unos minutos después, ella entraba con una sonrisa y me decía:

—Dime, Joana.

Le tendí el documento mientras le decía:

—Hay errores en este documento. También necesito que cambies las cifras. Algunas están mal.

—Por supuesto—los tomó de mi mano, y dijo con seriedad—. Los tendrás listos en media hora.

—Eres un amor—le dije sonriendo. De pronto recordé algo, y la llamé antes de que saliera de mi despacho—. Sandra, ¿puedes hacerme el favor de decirle a mi hija que no llegaré a cenar? Hay demasiado trabajo como para que lo terminé temprano.

Sandra me miró seria.

—¿Crees que es buena idea? Hasta donde tengo entendido ella no quería que fallaras a la cena que tenían programada desde hace dos semanas.

—Lo se...—mi voz estaba llena de impotencia, pero le hice un gesto al trabajo que tenía por delante—. Pero estoy hasta el tope de trabajo. No creo poder terminar hasta en la madrugada.

—No creo que debas de faltar, Joana. Hasta donde sé, Mariana tiene pensado presentarte a su novio.

Abrí los ojos sorprendida por esa nueva información.

—¿Cómo?

Me hizo un gesto de obviedad con sus manos.

—Creí que lo sabías. Ha estado esperando esta noche por días.

Mi mano fue a mi cabeza cuando empecé a sentir dolor.

—No puede ser. Ella no me dijo nada. Creí que estaba queriendo pasar más tiempo conmigo. Por lo del trabajo y todo eso—me detuve mientras miraba a mi secretaria sin tener un pensamiento coherente y funcional—. Ahora en serio tengo que ir a esa cena.

La sonrisa de Sandra estaba llena de alivio.

—Haces bien. Además, el trabajo estará mañana. No ira a ningún lado.

Asentí.

—Entiendo, entiendo. No digas más. Cuando sea la hora me avisas para no llegar tarde. Y por favor, consigue una reservación en un buen restaurante. Ni siquiera creo que tendré tiempo para llegar a cocinar.

—De eso no te preocupes. Haré una reservación en tu restaurante favorito.

—Por favor—le sonreí aliviada, para después decirle entre risas—. Ahora, dediquémonos a trabajar.

—Sí, señora.

Al verla saludar como un militar, negué mientras sonreía.

—Loca...—susurré mientras continuaba con el trabajo.


(...)

Ni con la ayuda de Sandra, había terminado pronto. Por fortuna, el restaurante que pensaba cenar con mi hija y su novio, se encontraba muy cerca de la oficina. La cual era la razón de ser mi favorito. Aparte de la buena comida, se encontraba cerca de mi trabajo. No tenía que ir a lugares muy lejanos para comer delicioso.

ANHELO PROHIBIDO(MUESTRA WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora