Capítulo 3

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Viendo que no me alejaba de él, Bruno continuó con su ataque sexual.

Sus manos tomaron el lugar de su boca cuando está empezó a bajar cada vez más mi vestido, y de pronto recordé porque había disfrutado tanto tenerlo entre mis piernas. Bruno era un hombre que sabía cómo tratar a una mujer. Como usar el placer a su favor.

Y yo era simplemente una muñeca en sus brazos.

Deseando desesperadamente que su boca llegará entre mis piernas, y chupará mi clítoris con fuerza. Incluso al pensar en esa escena, ya sentía como palpitaba ese punto con fuerza. Deseando ser tocado, venerado por esa lengua.

Ni siquiera recordé porque era mala idea esto. Realmente no recordaba nada, solo podía sentir, oler y percibir la presencia de Bruno. Era todo tan excitante que mi boca no dejaba de gemir. Justo cuando Bruno acarició mi pierna para llevar su mano entre mis piernas y que le diera a mi coño la atención que merecía, el sonido de una llamada, me hizo recordar el lugar.

Me hizo recordar todo.

Con mortificación, espete en pánico:

—Aléjate—pero Bruno no hizo caso, y continuó acariciando mi pierna mientras su boca no dejaba de chupar mi pezón. Sabía que no estaba siendo convincente porque no dejaba libre su cabello, y lo tenía bien sujeto entre mis dedos.

Estaba por olvidarme de todo de nuevo cuando el volvió su ataque a mi cuello, pero el celular volvió a sonar. Y Bruno se vio en la necesidad de decir por mi orden anterior:

—Olvídalo. Olvídate de todo y solo siénteme.

Como reafirmación a sus palabras, sus manos estuvieron a punto de tocar ese punto dedicado a mi absoluto placer, pero al desviar la vista a mi teléfono, observé el nombre de mi hija en la pantalla de mi celular. En un instante, siento como un frío helado recorre todo mi cuerpo.

—¡Detente!

Mi grito de pánico hace que Bruno dejé de chupar mi pezón para verme. Su mirada hambrienta de mí, es lo que menos deseo ver en este momento. Así que desvió la vista.

—¿Joana?

No lo miró, solo espetó:

—Apártate de mí.

Por unos segundos, no hace nada. Pero parece darse cuenta que hablo completamente en serio, y empieza alejarse de mí. Ni siquiera me doy cuenta que está colocándome la ropa nuevamente, cuando lo tengo justo enfrente de mis ojos.

—Si esperas una disculpa por esto, entonces es bueno que estás sentada.

Jadeé sorprendida por su atrevimiento, pero no pienso mucho cuando una ira recorre mi cuerpo, y lo próximo que veo es mi mano impactando con fuerza en su mejilla. Él ni siquiera hace un gesto, continúa mirándome.

—Eres un idiota, ¿sabes? Nunca debí de acostarme contigo en esa noche—estaba por enderezarme bien en el asiento del coche, pero él me detuvo agarrando mi cuello y me acercó a su rostro.

—Oh no, eso sí que no. Ambos la pasamos muy bien ese día y no dejaré que tu actitud moralista me arruine el recuerdo de esa noche—espetó con ira y descaro.

—¿Acaso no recuerdas quién soy? ¡Soy la madre de tu novia! —su expresión no cambió con mi declaración, al contrario, una sonrisa se instaló en su rostro mientras se inclinaba sobre mí, y susurraba con esa voz ronca que incitaba a pecar:

—¿Quieres que la termine? Lo haré ahora mismo, si ese es tu deseo.

—¡Estás loco!

Su sonrisa creció.

ANHELO PROHIBIDO(MUESTRA WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora