Veinte.

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Me alejé totalmente.

De ti, de la rubia teñida, de mi ex, de todos.

Me he ido lejos.

Puede que mi cuerpo siga aquí.

Pero mi corazón ya no late por ti.

Mi mente no funciona por ti.

Y ya no quiero que solo mis labios pronuncien tu nombre.

Ya no me interesa ser la reina de tu atención.

Porque ésta no es una historia donde el amor sea eterno.

Es donde el amor es real.

Y, oh, querido, éramos dos jóvenes locamente enamorados.

Y aún somos dos jóvenes locos.

Pero no estamos enamorados. El uno del otro no.

Ésta no es una historia de sólo amor.

Ninguna historia es de sólo amor.

¿O ninguna pareja ha tenido desacordes y engaños?

Ha sido un gusto amarte, amor mío.

Pero, ¿qué digo?

Yo aún te amo.

Eres tú quién nos ha abandonado.

Dejaste una parte de ti en mí, es por eso que nos botaste.

A ti y a mí, querido.

Y quisiera cambiar tu nombre, no quiero decirlo.

Porque esta historia es real, es lo que nos pasó.

Y espero que me reconozcas, porque yo nunca podría desconocerte a ti.

Y es que cada caricia tuya ha dejado un rastro en mí.

Cada beso tuyo aún me arde.

Cada insomnio ha sido un riesgo que ahora toma sus repercusiones en mi cerebro.

Y es que no me importa si mañana muero si vuelves hoy y me besas.

Y no sé por qué escribo como si aún existiéramos.

Quizá no supero que la hayas preferido a ella.

Quizá no puedo dejar de pensar en ti.

Y quizá, sólo quizá, entre tantos amores, eres el único que no se ha ido de mi corazón.

Porque la D y la G siempre han sido separadas.

El alfabeto nos separa.

Es como el diluvio y la guerra, ninguno concuerda, pero son igual de devastadores.

Y te agradezco el cariño que alguna vez me diste.

Pero ahora lo añoro.

Aunque a veces hay que dejar cosas de lado para ir en busca de mejores, decía mi abuela.

Pero ella no entendería que tú eres lo mejor para mí.

Y lo único que quiero.

Y es que ya no somos uno solo. Y eso me da pena.

Ya no compartimos la misma respiración; cuando espiro, tú aspiras.

Cuando yo digo blanco, tú dices negro.

Yo miro a la izquierda y tú a la derecha.

Nos evitamos.

Y da pena, antes éramos uno solo.

Mirábamos al frente.

Decíamos gris.

Ya ni me miras (ni siquiera me alejé tanto para evitar tu mirada). Pero me alegro.

Dejaremos de sufrir.

Al menos, dejaremos de sufrir el uno por el otro.

Cuando pequeña era fan de Peter Pan y te lo recordaba cada vez que nos despedíamos y decías adiós.

Nunca digas adiós, porque adiós significa irse lejos, e irse lejos significa olvidar.

Y yo no digo adiós. Siempre es un "nos vemos" o un "hasta luego." Las únicas dos veces que he dicho adiós han sido definitivas.

Y no te puedo olvidar ni superar. Simplemente no puedo admitir dejarte.

Pero es lo mejor para ambos.

Siempre vas a estar en mi corazón.

Adiós, querido D.

Siempre tuya, G.

Lo que fuimos{1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora