I. Humanidad

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Ella no podía entenderlo. Hasta hacía unos instantes, ambos estaban batiéndose en duelo, mostrando con ello la tragedia de su amor prohibido, algo que solo podría ser escrito por Shakespeare. El oro no había tardado en teñirse de carmesí, dando con ello paso a la desesperación de la joven. "Todos los tesoros de este mundo me pertenecen, y aquel que ose arrebatármelos recibirá el yugo de mi juicio sobre su alma y su carne. Y siendo tú uno, el más importante de mis tesoros, ¿crees que te dejare marchar?" aun recordaba esas palabras.

-Mentiroso -repitió de nuevo- ¡Eres un grandísimo mentiroso!

Durante unos instantes, gracias al roce de sus labios, pudo olvidar el dolor de perderlo. El hombre desapareció de sus brazos con una frívola y coqueta sonrisa, una que hacía que el alma se le quedase helada y solo pensara en él. No quedo más que un gran vacío en su pecho. Las voces de su alrededor, no sonaban más que como un lejano murmuro. Notaba como las cadenas de su cordura se rompían, como su cólera se apoderaba de ella, como esa voz la decía que todo estaba bien. "Mátalos y deséalo, sabes que es la única forma de poder verle una vez más". Se puso en pie, la muñeca acababa de perder sus hilos y la locura se apodero de la sala.

Todo se tiño de rojo y el mundo volvió a girar.

Demonios del Partenon (Fate/Zero fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora