9. El arcoíris despues de la tormenta.

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—¿Estas bien?— la voz de Osamu rompió el tenso silencio que se había generado.

Los cuatro se habían detenido en el parque para tomar un descanso después del bajón de adrenalina que habían tenido, los chicos querían asegurarse que dejaras de temblar antes de tomar nuevamente el tren.

—Ven, te enseñaré vídeos de los gemelos peleando— habló Suna. —Siempre me ponen de buen humor.

—¿Tienes buen humor?— preguntó Atsumu atónito mirando al bloqueador central.

La pregunta de Atsumu te había sacado una sonrisa después de la tensa y macabra historia que les habías contado a tus amigos, y casi pudo haber vuelto a la normalidad. La cercanía de Suna te hacía bien, respirar su perfume y te importo poco cuando enterraste tu cara en su cuello como un animal indefenso buscando protección.

—¿Les parece si nos vamos de aquí?— preguntó Suna.

No hacía falta contestar, todos estaban de acuerdo en volver a casa lo antes posible.

El viaje de vuelta fue bastante tranquilo, ninguno hablaba, incluso Osamu se ofreció a preparar algo de comer, asegurando que probando su comida tu ánimo mejoraría. Estabas infinitamente agradecida por sus intentos de hacerte feliz, incluso Atsumu decía que no pasaba nada si lo abrazabas, el te defendería de sus fans.

Nadie volvió a decir nada después de que supieran acerca de Alex, simplemente escucharon en silencio y observaban como la carga de su muerte  a causa de la culpa desaparecía de tu espalda, y para ellos era más que suficiente.

Ese día por la tarde, cuando llegaste a casa, lloraste en los brazos de tu abuela por largas horas hasta que tus ojos volvieron a hincharse y el pecho de tu abuela se encogió al verte tan indefensa, era la única persona de tus dos familias que aún tenía fé en ti, contra viento y marea lucho para que vivieras con ella, alejada de todo ese ambiente tóxico que no hacia más que hundirte en depresión.

—Cariño— llamó tu abuela después de estar un rato en silencio.

¿Cuanto tiempo habían pasado abrazadas? No lo sabían, pero los brazos y piernas de ambas comenzaban a cansar.

—hmm— fue tu  única respuesta.

—La siguiente semana empezaras ir a terapia.

Las palabras quedaron flotando en el aire y un silencio abrumador se registró en la sala. Sabias que necesitabas ir a terapia pero no querías que te volvieran a encerrar en un maldito psiquiátrico.

—¿No me encerraran de nuevo?— preguntaste con voz temblorosa por miedo a escuchar la respuesta.

En cambio, tu abuela soltó una pequeña risa.

—Oh mi niña, jamás te abandonaría en un lugar como ese, puedo acompañarte a las sesiones si eso te hace sentir mejor— su voz era cálida y amorosa.

Solo lograste asentir a modo de respuesta, aquella anciana que te trataba con tanto amor no merecía la persona que eras, alguien que vivía entre las drogas y el alcohol para escapar de su realidad, ella merecía la.mejor versión de ti, y si para eso tendrías que asistir a terapia, lo harías sin rechistar, al final, no podías fallarle a la única persona que aún creía en ti.

Después de horas decidiste tomar tu celular y para tu sorpresa varios mensajes iluminaban la pantalla. Te lo pensaste por un momento antes de responder cada uno de ellos.

Semi.
¿Estas bien? Lamento lo de hoy.

       Si estar bien te refieres a tener la mejilla cortada, supongo que sí.

Su respuesta no tardó en llegar.

Puedes pedirme lo que sea, lo sabes ¿no?

  Estoy bien Semi, siempre lo estoy.

Con ese mensaje decidiste poner fin a su conversación y silenciar los posibles futuros mensajes que el chico te mandara, no estabas de humor para hablar con nadie. Dezlisaste el pulgar sobre la pantalla de tu teléfono para ver el siguiente mensaje e inconscientemente sonreiste al ver de quién se trataba.

Suna.
Mañana te espero en la intersección del parque para ir juntos a la escuela.

   ¿Tengo opción?

No.

   Bien, nos vemos mañana. Pesado.

Nos vemos mañana. Pesada.

No sabías la clase de relación que llevabas con Suna, pero te gustaba, habia algo tranquilizador en el, tal vez el podría convertirse en tu droga.

Hiciste una mueca cuando viste el nombre del último mensaje. Tendou.

No te molestaste en abrirlo, estabas demasiado furiosa con el, además de atreverse a culpar a Suna de todo y de golpearlo, eso jamás se lo ibas a perdonar, tu no fuiste a golpear a Annie cuando te quito la atención de tu mejor amigo, ¿porque no simplemente te dejaba ser feliz? Ya lo merecías.

Justo como lo prometió, al siguiente día, Suna estaba recargado en la vieja pared de un edificio de la intersección esperándote, te habías detenido a unos cuantos metros para observarlo mejor, parecía despreocupado, absorto totalmente en su mundo, entonces, parpadeo y levantó la vista al sentirse observado, paseo con extrema tranquilidad sus ojos perezosos hasta encontrarse con los tuyos, y sonrio.

Le sonreiste de vuelta, caminando hacia el sintiendo como tu corazón se saltaba un latido provocandote cosquillas. Era una sensación agradable, que se intensificó cuando entrelazo su mano con la tuya.

 Era una sensación agradable, que se intensificó cuando entrelazo su mano con la tuya

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Holaaaaaa.

Por fin actualice esta historia.

Si actualizo algo lento no se espanten, es que me quedo sin ideas fácilmente, incluso pensé en cancelarla, pero me gusta, así que tal vez solo la convierta en historia corta.

Por cierto, si se shipean o son simps de tsukishima, empecé a escribir dos historias sobre el, están en mi perfil por si les parece ir a leerlas y darles una estrellita y algún comentario.

En otras noticias, espero y les guste este capítulo.

Escritora-chan, fuera!

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2021 ⏰

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