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Apreté el agarre de mi maleta, mientras avanzaba por el bonito camino de piedra que se encontraba en la entrada de aquella bonita residencia, donde pasaría la mayoría de mis días de universidad. El día lucía bastante soleado, avivando el tan verdoso color del césped, mientras que con tan solo girar la cabeza podía observar cuán cercana se encontraban las aulas de clases, a las que pronto tendría que visitar.

Y así, a medida que avanzaba intentaba observar todos los detalles posibles para reconocer al cien por ciento a lo que llamaría mi nuevo hogar; esperando que al entrar en tan bonito lugar, no me encontrase con una parranda de neandertales o acomplejados con la vida, que hicieran mi estadía jodidamente difícil.

Por lo que al dar el primer golpe en la puerta, crucé los dedos, hasta encontrarme con los ojos de una alegre mujer que vistiendo un delantal de cocina me recibía con una enorme sonrisa.

-¡Hola! ¿Buscas a alguien, querida? - Preguntó la mujer, tratando de limpiar los restos de harina en sus manos.

-Ehh… sí, mi nombre es Lalisa Manoban y renté una habitación aquí - Respondí, contando la mayoría de detalles en aquella mujer. Ya saben, cabello castaño, con algunos kilos de más, ojos grandes y brillantes, con piel blanca como la nieve.

-¡Oh! - La mujer terminó de abrir la puerta - ¡¿Eres Lalisa?! - Sonrió aún más, luciendo algo extrañamente emocionada - Mi nombre es Kim Jae, pero puedes decirme Jae; yo soy la guardiana de la residencia, quien estará a tu disposición siempre - 

Asentí y agradecí con una sonrisa, mientras que la mujer me conducía hacia el interior de la casa, donde desde la entrada podía escuchar algo de música electrónica, el sonido de un violín, risas y algunas voces; todo esto acompañado de un escandaloso olor a estofado que inundaba creo que casi toda la casa. 

-¡JENNIE, MÍA, NAMJOON, YOONGI, JUNGKOOK, BAJEN UN MOMENTO! - Gritó la mujer, al pie de las escaleras. 

Arrugué la nariz, a decir verdad no me gustaban ese tipo de bienvenidas tan escandalosas, pero como no tenía más opción, metí mis manos dentro de los bolsillos de mi pantalón y dispuse de mí mejor actitud para recibir a los chicos que de a uno fueron bajando por las escaleras, cada uno mirándome de una peculiar manera.

La primera chica que bajó, lucía el cabello negro, unos shorts deportivos cortos junto a una cemiseta que llevaba grabada la palabra "Blue Shade" a simple vista parecía ser del tipo de chicas que aman el deporte, odiando a muerte a su competencia. 

-Jennie, cariño… ven por aquí ella es la nueva inquilina - Agregó la señora Jae. 

-Hola… bienvenida - Agregó después de mirarme de pies a cabeza, sin dejar de levantar una de sus cejas.

Luego, bajaron por las escaleras una chica y un chico los cuales parecían bastante alegres. La chica lucía un bonito cabello rubio, unos jeans y un top deportivo que marcaban bastante bien su figura, mientras que el chico lucía el cabello castaño, junto a unos pantalones cortos y una camisilla que dejaba ver su cuerpo bien trabajado. 

-Mía, Namjoon, ella es la nueva inquilina… - Les indicó la mujer señalandome.

-¡Hola, bienvenida! - Masculló el chico con una sonrisa bastante dulce.

-Igualmente… Jae, iré por un bocadillo al refrigerador un momento - Añadió la chica, sin siquiera mirarme.

Ya podía hacerme una idea, de lo complicado que sería encajar dentro de este grupo de chicos, y lo terminé de confirmar cuando por las escaleras terminaron de bajar los dos chicos restantes.

Uno de ellos, luciendo un bonito cabello tan negro como la noche, junto a un delantal manchado de pintura al igual que sus manos; el otro, luciendo un gorro que no dejaba rastro de su cabello, unos jeans y un suéter de lana bastante holgado, mientras sujetaba en una de sus manos un libro tan grueso como la mismísima biblia. 

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