2. El día en el que te conocí por segunda vez

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Estaba sentado en el sitio mas fascinante para estar sentado, nada más y nada menos que una silla, lo sé, muy emocionante pero algo incluso más sobresaliente sucedió ese día.
Era el primer día de clases extracurriculares y había elegido teatro con la esperanza de que el estereotipo sobre que todos los que entraban a teatro eran queers fuera cierto.

Después de un rato de escuchar  a los chicos hablar de chicas y a las chicas hablar de chicos pude recordar que la mayoría de estereotipos son falsos y estúpidos, seguido a esto la realización de que había elegido sobre baseball como un maldito idiota, tener que practicar un texto por meses o estar junto a un montón de chicos con shorts ajustados.
Fui un idiota.

Pero al menos era afortunado.

—Presente—.
Conteste siendo una de las primeras personas en la lista, Luis Ávila, es un nombre que suena bonito.
La maestra continuo con su lista y unos siete nombres más abajo.

—Daniel Sánchez—.
Mis oídos retumbaron, aquella combinación entre un nombre sensible y suave con un apellido tan tosco... No podía ser.
Mi mirada voló hacia la voz que respondió a ese llamado.
Ahí estabas tú, habías crecido, tu voz había cambiado, en realidad todo había cambiado pero aún así te reconocí de inmediato de manera casi instintiva.

Bajé mi mirada pero está seguía tratando de encontrarte, la lista acabó y la clase empezó finalmente.
La presentación de la maestra fue lo suficientemente entretenida para distraer a mi cabeza por un momento.

—Bienvenidos a la clase de teatro para primer semestre aquí en el colegio número 45, la casa de los leopardos, como saben es obligatorio que todos los alumnos estén en una clase extracurricular pero lo positivo es que al menos ustedes pueden elegir la clase que mas les guste—.

Más o menos cierto... Las opciones estaban bastante limitadas, como les bajaron el presupuesto ya no había ni fútbol americano, ni debate, ni coro, ni... Vaya, que se fueron bastantes materias divertidas.

—Asi que... ¿Por qué les interesa el teatro?—.

Levanté la mano siguiendo mi instinto ñoño y respondí.

—Yo era actor de niño—, claro que fue una experiencia menos glamorosa a lo que los demás pensarían, era un grupo de teatro pequeño y mis papeles no eran tan importantes pero aún así me divertí bastante.

La maestra siguió buscando y encontrando otras respuestas, era un grupo muy participativo ¿quién diría que un grupo de teatro tendría a tantas personas a las que les gusta hablar frente a otras?
Las conversación continuo, no hicimos más que hablar del teatro, que obras conocíamos, que obras nos gustaban y todo eso, fue un día tranquilo pero a su vez muy agradable, así hasta el final de la clase.

Al salir tarde mi madre iría por mi, por lo que simplemente me quedé ahí esperando junto a el resto, los autos pasaban y el número de personas se encogía.
Quedábamos cuatro, así que nos acercamos.

—Yo soy Lila—, dijo una —¿qué pedo? ¿A ustedes tampoco los quieren sus papás?—.

Todos nos reímos.

—Chale, mi papá de seguro se le olvidó que tenía que venir por mi, yo soy Nicolás—, explicó a lo que todos nos reímos pero a su vez nos preocupamos un poco.

—Yo soy Luis, oye, ¿no quieres llamar a tu papá? ¿Tienes ficha?—, pregunté pensando en ofrecerle mi teléfono.

—Nah, no te preocupes, ya tengo un plan de salida—, mencionó señalandote a ti, la persona restante.

—Hola, soy el plan de salida—, dijo Daniel.

—Si, vivimos cerca así que si no llegan le pediré un aventón—, explicó el muchacho, no recordaba dónde vivías pero estaba seguro de que no quedaba tan lejos de mi casa... Dejé ir ese pensamiento rápidamente al sentirme un poco acosador.

—Oh que bien, aún así, si quieres llamar a tu papá te puedo prestar mi cel—, mencioné sacando este de mi bolsillo.

—Gracias compa pero estoy bien, también le puedo pedir su cel a el plan de salida—, de nuevo lo señaló.

—Demonios, ¿enserio me voy a llamar así ahora?—, dijiste fingiendo algo de desánimos.

—Je, tranquilo plan de salida—, respondió Lila con el tono de "tranquilo viejo" —Ya enserio, ¿cómo te llamas?—.

—Soy Daniel, mucho gusto—.

De ese modo le ofreciste tu mano a ella en un apretón, un saludo bastante formal, y al terminar hiciste lo mismo conmigo.
Ahí me di cuenta, en verdad no tenías no idea de quién era, ¿me habías olvidado? No, eso era imposible, tenías las fotos, los regalos, los recuerdos...
En ese momento lo supe, era irreconocible.
Apreté tu mano para saludarte.

—Un gusto Daniel—.

Irreconocible... Eso sonaba bien.

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2021 ⏰

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