Parte único.

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Y nuevamente Megumi pasaba ese pintalabios que él había comprado, ese que sabía le encantaba a Sukuna y que también sabía, era su favorito.

Aunque a él realmente no le importaba ponérselo o no, pero debía hacerlo porque El cliente siempre tiene la razón y Al cliente lo que pida. Dichos que solía escuchar y de quien mayormente los oía, salían de la boca de Toji Zenin.

Quien era un afamado prostituto, siendo él fruto de eso. Únicamente oyendo rumores sobre que, lo había dejado momentáneamente madre, quien al parecer, murió dándole a luz y su apellido: Fushiguro.

¿Y qué era de él? No tenía ni idea. Si ni siquiera sabía si vivía o no.

¿Y qué pasaba? Pues se dedicaba a lo mismo que su padre, no exactamente por gusto. Podría jurar que había sido su padre quien lo había inducido a este trabajo.

No sabía, pero ya no le interesaba tampoco. Sólo: Al cliente lo que ordene.

Y mientras Sukuna Ryomen, pagara por sus servicios, él no tenía nada que reprocharle... O se supone que debía ser así.

Pues había sido doblemente contratado, tanto por Sukuna como por un tipo llamado Gojō. El primero para servicios sexuales y el segundo para matar a Sukuna Ryomen; Megumi no iba a poner peros, no si había dinero de por medio que le ayudase a subsistir.

Además de que tomarse un buen vaso de ginebra, era perfecto para su trabajo... Qué lástima que esta sería la última noche con tan buen cliente.

(Oh Sukuna, date cuenta del pecado por el que Megumi está pagando).

Después de terminar de arreglarse y esperar a Ryomen, Megumi se mentalizó para llevar a cabo su trabajo. O ambos más bien.

Sukuna quien aparentemente era un chico malo, de esos peligrosos. Era más bien como un niño caprichoso y travieso, pero berrinchudo igualmente; hablando de lo que quería, lo que le molestaba, pidiendo su atención y su opinión (Dime que tengo razón) para ciertos asuntos.

(¿Tan desesperado por atención estás, Sukuna Ryomen?)

Las cosas pudieron seguir el habitual rumbo, de no ser por unas simples y sencillas palabras. Que aunque sonaban a órdenes, no lo eran.

- Has lo que quieras, Megumi.

Tener fe o certeza de que no se estaba refiriendo al segundo trabajo, era como pedir peras al olmo. Sin embargo...

- ¿A qué te refieres con lo que yo quiera?

Sukuna le sonrió, de esas sonrisas que muestran dentadura y que a veces, son maliciosas o burlescas.

- Tú ya sabes qué es.

-... Ya veo – y Fushiguro sonriendo finalmente.

(No tiene nada de malo probar por algo que pagaste.

Recuérdalo, querido cliente).

-Traumada Taisho

Esto es más un desahogo, y sé que no le hago justicia a la canción. Pero equis, ya escribí.

Y sí, Megumi sí mató a Sukuna (c:)

The Ballad of Mona Lisa  [Sukuna/Fushiguro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora