Cap 9

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Isabella perspective

Ver a mi madre llorar es una de las cosas que me destroza el corazón, simplemente lo odio, odio que alguien o algo la haga llorar, su rostro no merece ser empapado por lagrimas y mi maldito cancer creia tener el derecho de hacerla llorar.
En el hospital no tengo mada más que hacer que llorar y ver canales en la tele, es un siclo todo el día hasta que cierro los ojos, despierto agotada y me acuesto con los ojos hinchados de tanto llorar y le pido al universo que mis sollozos no se escuhen en las habitaciones de al lado porque mi pena es mia y no quiero contagiarla solo quiero tragarmela hasta que colapse mi garganta, quiero desaparecer y no hacerle daño a nadie, quiero que este maldito cancer me lleve o me devuelva mi ser, con cualquiera de las 2 estoy conforme y más si lo hace rapido, no quiero sentarme a esperar que lentamente me vaya llendo, que lentamente mi cuerpo vaya muriendo, ¡cancer si me vas a llevar llevame ahora porque si no lo haces lo hare yo!
Voy a dejar de hacer gritos internos porque raspan más mi garganta que los ruidosos.


🦅


La mañana siguiente estaba mil veces peor pero abrí las cortinas de la habitacion para que entrara luz a ella, no podia no abrirlas con un día de sol despues de tantos de lluvia, la cortina subio lento y yo me posicione en el primer rayo de sol que entro, era tibio y comodamente calido, mis pelos se pusieron de punta después de tantos días sin recibir calor y por fin mi palidez seso un poco y me senti algo mejor, en eso llego el doctor

—Buenos dias Kol—. Dijo amablemente, estaba de buen humor hoy

—Buenos días—. Dije con una voz ronca que me acompañaba hace algunos días

—veo que estas entibiandote al sol, despues de tantos dias de lluvia uno de sol no viene mal y...¡oh! Hoy estas menos pálida, me alegro que te estes adaptando—. No me estaba adaptando, jamás lo haría pero en parte me sentia algo mejor. Solo sonreí y volví la visa a la ciudad

—Bueno, solo venia a saludarte, las enfermeras ta vienen para colocar tu intravenosa, hasta pronto—. Dijo y salio de la habitacion dejando nuevamente ese silencio que me encantaba, ese silencio sereno, ese silencio que respetaba mis gritos internos y amortiguaba mis sollozos, ese silencio que al rato fue interrumpido

—¿Isabella?—. Alguien abrio la puerta, una enfermera
—¿Si?—. Respondí un poco confundida ya que esta voz no era de ninguna de las enfermeras que conocía

—¡Ah hola! Me llamo Julietta, estoy haciendo mi internado y llegue hoy al hospital, recién estoy conociendo perdóname—. Creo que sonaba algo avergonzada cuando no tenia porque

—Oh no te preocupes, esta bien

—¡Vale! Vengo a colocarte la intravenosa, ven, sientate en la camilla por favor—. Asentí y me aleje de mi rayo de sol—Muy bien, bueno cuentame, que te trae por aquí, o sea si se que padeces y todo pero cuentame un poco más si no te incomoda—. Su tono de voz era tan relajante y ella era tan amable que no podía no ser amable con ella

—Hace unos días perdi el conocimiento en mi casa, derrepente todo se me fue a negro y me desmayé, desperte aquí y me diagnosticaron todo

—¡que pena! ¿Pero tu como te sientes? ¿Estas comoda en el hospital?—. Su pregunta me pareció tan obvia pero ella se veia interesada

—Ehh...si, claro—. Mi voz estaba empezando a temblar, no me pondria a llorar por eso, no, no queria hacerlo, acaricie mi lobulo de la oreja tratando de que retrocedieran mis lagrimas

—Que bueno—. Dijo ella y presto más atención a colocar bien el medicamento y colapse

—No, no lo estoy, nunca lo estuve, esto es raro n-no, no quiero estar aquí—. Soy una llorona

—No, oye no, no llores linda, tu rostro no merece ser empapado por lágrimas, eres muy fuerte—. Ahí estaba, esa frase tan hermosa que la tenia guardada para algún día darsela a mi mamá pero una enfermera que me conocia de minutos la dijo enfrente mío sin pensar 2 veces, firme y segura y yo me pregunto si eso lo decia de verdad

—Gracias—. Dije secando mi rostro

—Ya está—. Dijo ella dejando de vuelta todas las cosas en la bandeja plateada del carrito que trajo con todas las medicinas—oye, lo siento por ser tan entrometida pero, ¿Tienes algun pretendiente?—. Dijo ella con una sonrisa picara que me recordo a mi mamá. Al momento en que dijo eso pense en Teo

—si—. Mis mejillas tornaron color rojo y ella se volvio a sentar con interes—Se llama Teo, la verdad no somos nada y nos conocemos hace poco pero me cae muy bien y sinceramente creo que es muy lindo—. Ella sonrío de nuevo

—Mira, no voy a mentirte, en algún momento te mejoraras o simplemente te iras, que es lo más probable, asi que o esperas a que te ahoge la ola o ganas tiempo alejandote de la orilla,
tu eliges—. Esa frase me pareció espectacular, queria sacar una libreta y anotarla porque era bonita y en su contenido habia mucha razón

—Gracias, de verdad, gracias—. Estaba agradecida por sus lindas palabras y su consejo que lo pondria en practica cuanto antes

—Bueno corazon, espero haberte ayudado, adios—. Se paro y agarro el carrito para irse y yo ese dia tuve más esperanza que cualquier otro.

Quinto sentido [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora