➼Clint está obsesionado con el espacio.
➼Pietro es de otro planeta.
➹Contenido Homosexual
➹ Contenido Explícito.
➹ Relación Boy&Boy
➹ M-preg
✧ Clint: TOP // Pietro: BOTTOM.
✧Fluff // Leve Lemmon // M-preg.
➤Esta es una 『ADAPTACIÓN』 todos los dere...
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Pietro podría decir que todo momento junto a Clint era importante, pero claro que tenía días específicos, sucesos especiales para contarle a sus descendientes junto a aquel maravilloso muchacho.
Uno de esos sucesos, ocurrió durante año nuevo, quizás el más importante de todos, con un Clint de apenas diecinueve años y con Pietro de dieciocho.
Cuando el reloj tocó las doce, y los vasos y copas se encontraban unos con otros en pequeños chasquidos, tantos al mismo tiempo que Pietro los comparó con cascabeles.
Miró a Clint, a su lado, quién le sonrió, sus mejillas estaban rojas por el alcohol, chocaron sus copas para dedicarse el año nuevo.
Apenas estaba tomando el primer sorbo de aquella copa de champagne, que no le gustaba para nada, cuando sintió el cálido aliento de Clint en su cuello, la grave voz de su amigo se escuchó susurrando sobre su oído.
— Necesito decirte algo.
Pietro automáticamente asintió, giró un poco su rostro para verlo, pero Clint estaba tan peligrosamente cerca de él que se detuvo, mirándolo de reojo.
— Afuera— dijo el otro, su rostro estaba serio.
Y tuvo un extraño miedo en su interior, las estrellas en sus ojos temblaron por aquel sentimiento.
No soportó más de un minuto la intriga, dejó su copa sobre la mesa y corrió su silla hacia atrás hasta que logró salir entre el pequeño espacio que había entre cada asiento con todos los invitados.
Siguió a Clint hasta su cuarto, no se sorprendió cuando el mayor salió por la venta de su cuarto enganchandose en la escalera que él había instalado para facilitarle la tarea de subir a su techo para ver las estrellas, Pietro lo siguió, inconscientemente había comenzado a morder su labio por lo extraño de esa situación.
Ya en el techo, la fría brisa hizo que un escalofrío le recorriera.
— ¿No trajiste abrigo? — preguntó Clint, al verlo abrazar su cuerpo en un intento de calentarse, el mayor se quitó su saco de mezclilla, por dentro tenía una tela bastante peluda que abrigaba muchísimo, la acomodó sobre los hombros del platinado, quien le sonrió de forma pequeña y extremadamente bonita, haciendo que se congelara unos segundos.
— ¿Clint? ¿Qué querías decirme? — preguntó Pietro, su voz sonó sutil.
Clint asintió, fue cuando reaccionó finalmente, buscó las manos de Pietro, tomando las suavemente, haciendo que las mejillas del menor se tornaran rojas y las estrellas de sus ojos se multiplicaran.
— Pietro, encontré lo que estaba buscando desde pequeño— dijo, el otro no entendió sus palabras, sus cejas se fruncieron un poco.
>> No sé si tú ves todo lo que haces, Piet, no sé si lo haces a propósito... Pero te sale muy bien— el mayor sonrió—. ¿Sabes que eres lo único por lo cambiaría todo el cielo, verdad? No me alcanzan los deseos de todas las estrellas fugaces para pedir todo lo que quiero para tí, Pietro.
>> Me dijiste que me dejarías cuidar tu corazón, y quiero hacerlo, Piet, y lo cuidaré más que todo en el mundo, lo cuidaré más que a mí telescopio porque vale más que todas las estrellas del universo, porque tú vales más que todo el cielo y espacio completo. Pero sólo si me dejas hacerlo, Pietro.
>> De pequeño quería descubrir una estrella, no me di cuenta que la tuve al lado mío toda mi vida sino hasta hace poco... Eres la más dulce estrella, Pietro.
>> Lo que quería decir con todo esto es... Me gustas mucho, más que ver el cielo, me gustas más que las estrellas y que todo lo del espacio.
>> Podría decir que eres mi universo, Pietro.
Se miraron a los ojos, ambos estaban muy ruborizados, y el menor se mordía el labio para retener una risa.
Le encantaba cómo Clint había dicho tal confesión comparándolo con lo que él más amaba en el mundo, lo único que en toda su vida podría decir que había puesto toda su atención, su cariño y fascinación.
Y que dijeron que él era más que todo aquello hacía que se sintiera extraño.
— Pietro... — la voz de Clint sonó tímida—. Dime qué opinas de eso— murmuró.
Y es que Clint nunca supo cómo leer del todo bien a Pietro, cuando creía saber algo sólo faltaba mirar aquellos ojos del universo para saber que no sabía absolutamente nada.
— Clint, creo que también me gustas— confesó el menor, haciendo al otro sonreír—. Pero me gustas desde hace tanto tiempo que nunca me dí cuenta que era así... No veo a nadie brillar más que tú, no encuentro a nadie con el que el tiempo valga tanto como cuando estoy contigo— rió con nervios, ni él sabía que tales palabras podrían surgir de sus labios—. Y si yo soy el universo, tú eres mi astronauta perdido, Clint.
Ambos rieron, ambos estaban ruborizados.
En el silencio ellos no buscaron palabras, estaban muy cómodos encajados en el silencio del otro, con su sola presencia, aliviados por ser correspondidos, porque todo sea tan mutuo.
Eran el uno para el otro.
Fue Clint quién se acercó primero, había dejado de ver los ojos de Pietro, porque le daban muchas dudas, en cambio, se había fijado en sus rosados labios, y fue la primera vez que fue hacia ellos, estaba seguro que no sería la última.
Se unieron en un beso suave, con los ojos cerrados, Pietro no notó a Clint brillar más, pero sintió esa luz sobre su piel, un suave cosquilleo que contagió todo su cuerpo, una corriente eléctrica que recorrió a ambos.
Y el astronauta perdido se hundió más profundamente en su universo.