🖋️Compromiso.

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Farlan dejó el trapo, con el que estaba limpiando las mesas, sobre el mostrador, haciendo más ruido del necesario

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Farlan dejó el trapo, con el que estaba limpiando las mesas, sobre el mostrador, haciendo más ruido del necesario.

Si no hubiera sido él, probablemente habría gruñido más de media docena de insultos en todos los idiomas que conocía. Pero cuando volteé a mirarlo, confundido y dispuesto a reclamarle por haberme interrumpido mientras hacía el inventario, me lo encontré bastante molesto. Más que eso, él despedía indignación en todo su rostro. Tenía el ceño fruncido, los brazos cruzados sobre su pecho y un rastro de inconformidad  brillaba en sus ojos.

Nos quedamos en silencio durante un rato. No hacíamos nada más que mirarnos fijamente en una pelea para ver quien cedía primero.

Mala suerte para mí, nunca lograba ganarle.

—¿Qué? —pregunté hastiado, cuando ya no soporté la tensión.

—Tienes algo que decirme —dijo, no preguntó.

Me lo pensé. Reparé lentamente en todo lo que había hecho en el día, pero no encontré nada del otro mundo.

¿Seguiría molesto porque no le quise pasar la receta del legendario budín Ackerman?

—No.

Farlan tronó la lengua.

—Bueno, ya que tú pareces no querer recordar, yo te daré una pista: Eren —lanzó, apuñalándome con ese filoso arpón casi al instante.

Juro que intenté reprimir cualquier signo de sorpresa que pudiera salir de mí, pero fue inevitable que la pluma entre mis dedos temblara e hiciera un rayón sobre la lista de ingredientes necesarios que recién terminaba. El aliento se me atascó casi al instante y mis pensamientos se revolvieron.

¿Cómo diablos se había enterado?

—Ah, ahora sí recuerdas, ¿no? —gruñó, cuando supo descifrar todo lo que callaba.

—¿Cómo te enteraste?

Él hizo un ademán al aire.

—Resulta que Isabel me contó que anoche recibiste una visita extraña —relató, y maldije a Isabel en silencio por ser una chismosa—. «Un chico moreno, muy guapo y de asombrosos ojos dorados», así lo describió —continuó, mirándome regañón—. ¿Quién es el único chico que tú conoces con esas características? ¡Eren Jaeger, por supuesto!

De nuevo, el mutismo nos invadió. Me tomé un tiempo para pensar sobre si sería buena idea contarle todo el asunto. Pero era Farlan. Mi amigo de infancia, el que me conocía mejor de lo que yo lo hacía. El mismo Farlan que me consoló cuando lo mío con Eren acabó. El mismo Farlan que se mantuvo a mi lado, siempre al pie del cañón. El mismo Farlan que se había vuelto alguien incondicional en mi vida.

Ese Farlan.

—¿Has vuelto con él? —soltó, viéndose entristecido. Su pregunta fue tan sorpresiva que no pude siquiera responderle. Por eso, supuse, él interpretó mi silencio de otra manera—Por Dios, Levi. Dime que no regresaste con ese imbécil.

CONTRATO DE AMOR (EreRi).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora