Goku's Kingdom.

1.

En Corea del sur se había hecho bastante común entre las mujeres con problemas económicos el trabajar como "acompañantes" privadas, claramente por necesidad, falta de trabajo o porque simplemente el dinero ganado en estos no era suficiente.

Pero claro, en este país del sur esta labor estaba completamente fuera de la ley y por ello las autoridades estaban obligadas a evitar este tipo de actividades, aunque en caso de que sea flagrante y evidencias obvias.

Los mismos rápidamente se dieron cuenta de que no era tan fácil como simplemente atrapar a los implicados y ya, no, jóvenes y adultos estaban metidos en esto y detrás de ellos familias enteras, quizá manipuladas por otro que se aprovechaba de la situación convaleciente del prójimo convirtiéndose esto en un caso de trata de personas.

-Oficial Son Goku, con 3 años de antigüedad, recibido de la academia de policías de Seúl, sus labores en esta ciudad comienzan mañana y no esperamos nada más que la perfección -habló un hombre grande, fornido de pelo negro corto, bien afeitado vestido con el uniforme policial que consistía en unos pantalones negros y camisa celeste oscuro con varios detalles- ¡¿Entendido?! -preguntó nuevamente.

-¡Sí señor! ¡Haré mi mejor esfuerzo! -un joven de no más de 25 años, cabello negro en puntas, de unos 1.75 cm, fornido y vestido de forma similar al hombre respondió con determinación mientras llevaba la mano en la frente saludando con respeto al hombre detrás del escritorio.

-"Ese brillo en los ojos... ¡Hmpf! Aún no lo ha pedido" -pensó el oficial de cargo superior viendo al chico novato con los ojos entrecerrados- Bien entonces, puedes retirarte, mañana espero verte aquí a primera hora -volvió a hablar girándose para ver por la ventana dando por cerrada la conversación.

-¡Sí señor! -respondió el chico saludando para luego girarse para comenzar a salir.

Momentos después vemos como el mismo joven de pelos en punta salía del departamento de policía central, pero vistiendo en esta ocasión una chaqueta azul sobre una camisa negra al igual que sus pantalones y zapatos, además de una mochila donde tenía guardado su uniforme.

-Es una suerte que haya un cambiador en esta comisaría -murmuró el chico alegremente mientras comenzaba a caminar.

También pudo haber dejado su uniforme en el casillero dentro del cambiador que se le asignó, pero debía lavarlo ya que solo tiene una muda y un policía debe cuidar muy bien su imagen.

Le había costado mucho comprar cada uno de los distintos uniformes que usaría y los cuidaba muy bien ya que sabía el valor que tenían.

-¡Vaya que tengo hambre! El viaje fue sumamente largo -hablaba el joven caminando entre la multitud con las manos en sus bolsillos- Buscaré algo que comer -murmuró apresurando el paso.

Estuvo así varios minutos y cada lugar que encontraba estaba repleto de personas y por ende debería esperar mucho por lo cual pasaba de ellos.

Caminó y caminó hasta llegar a los bajos pero no es que le importara mucho, es más, ni se dio cuenta y solo siguió.

Pero de la nada algo llamó su atención, un extraño sonido que provenía de un oscuro callejón por lo cual se acercó lentamente a ver de que se trataba. Podría ser un asalto y él debía ayudar si ese era el caso.

-"Oigo unas voces" -pensó acercándose para mirar de reojo llevándose una tremenda sorpresa por lo que estaba observando.

Se trataba de dos personas, una mujer de cabellos negro y ojos grises muy voluptuosa con las ropas rasgadas y con su ropa interior abajo siendo presionada contra la pared por un hombre adulto, barba y cabellos negros de expresión demacrada.