Itachi III

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-Me graduaré pronto

Parpadeó un par de veces, leyendo el mensaje nuevamente y revisando el remitente varias ocasiones, buscando algún indicio de que ese mensaje no era para él.

-Me gustaría que vinieras

Y realmente, realmente quería pensar que había sido un error y que se lo había enviado tratando mandárselo a su hermano.

-Te estaré esperando

Pero...

-Itachi

No lo era.

Era un mensaje de ella para él, solo y exclusivamente para él, y un grito de victoria se quedó atrapado en su garganta.

El juez no lo apreciaría.

Los ruidos silenciosos lo rodeaban, la mujer que no había parado de llorar a su lado no hacía más que ponerlo de nervios, sobre todo cuando se percató de cómo lo miraba con acusación cuando él revisaba el único mensaje que era más importante que todo ese circo.

Leyó el mensaje por última vez y luego guardó el celular dentro de su saco, justo a tiempo para que el juez lo llamara a presentar sus pruebas.

Realmente pensaba que este caso era una pérdida de tiempo y que mientras más rápido terminara sería mejor, no tenía ninguna clase de interés en darle justicia a la muerte de alguien que había quitado decenas de vidas por sí mismo, pero su oficio le obligaba a hablar por el fallecido, a culpar al asesino, a dar "tranquilidad" a la familia del hombre que ya no estaba.

Simplemente nauseabundo.

Entonces la información empezó a caer de su boca, respondió las preguntas de los abogados litigantes y los acusadores, siempre teniendo el completo control de sus expresiones, tan robóticamente que todo aquel que no lo conociera diría que lo había practicado de antemano.

-Oh no, no vayas allí- se acusó mentalmente cuando la imagen de aquella mujer empezó a pintarse en su cabeza. Realmente estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por no sonreír, no era el lugar ni el momento, pero... -¿Qué se pondrá ese día? ¿Algo que resalte sus piernas? Tal vez algo negro. Podría llevarla a cenar, y luego... ¡No! ¡Enfócate! –apretó sus manos sobre sus rodillas, tratando de que sus pensamientos no fueran más allá, pero era difícil, muchos posibles escenarios pasaban en su cabeza en formas de flashes, y en todos en lo único que se podía enfocar era en su sonrisa.

Quería gritarles que ya era suficiente, que lo dejaran ir porque tenía cosas más importantes que estar en el juicio para encarcelar a un psicópata que había matado al líder de una banda criminal ¡Por Dios! ¡Todos deberían estar presos! Incluso la sufrida viuda a la cual se había quedado sola con dos hijos y mucha droga.

E incluso luego de que le permitieran levantarse tenía que quedarse hasta el final de la causa, volviendo a su lugar y sentándose al lado de la viuda nuevamente, todo era tan ridículamente largo y lento que con impaciencia golpeó el piso con uno de sus pies, sin importarle la mirada ofendida de la mujer y quien quiera que fuera la persona detrás de él.

Y tan pronto como el juicio fue dado por finalizado, al menos por ese día, salió sin dirigirle la mirada a nadie y sin atender al llamado de algunos de sus colegas.

Condujo en el límite de velocidad +1, evitó todas las calles y avenidas conocidas por estar constantemente congestionadas e incluso de esa forma tuvo que frenar en varias ocasiones, algunas de repente para evitar atropellarse, y la frustración crecía en él.

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora