¡ 𝘓𝘪𝘮ó𝘯 𝘺 𝘴𝘢𝘭 ! - レモンと塩 !

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La menor de las Hiyamura, Mei Hiyamura, escuchaba con atención a sus dos hermanas alardear de sus novios.

—¡Te lo juro! Kotaro me fue a buscar al trabajo con un enorme ramo de rosas rojas.—dijo emocionada Hanabi Hiyamura, la mayor.—Hubieras visto el rostro de mis compañeras ¡Casi se mueren de la envidia!—una risa triunfadora salieron de sus labios.

« Shouta nunca me fue a buscar al trabajo, y eso que llevamos un años de noviazgo... » Pensó Mei con suma tristeza, a la vez, seguía la risa de su hermana.

—Yo te gano.—sonrió de forma competitiva Rio Hiyamura, la hermana del medio.—Kenji me esperó bajo la lluvia, sin paraguas, por una hora ¿Y sabés que traía con él?

—¡Oh vamos! ¡Deja el suspenso y dinos!—chilló Hanabi.

—Un... anillo... de... seis malditos quilates.—al terminar la frase mostró su mano izquierda. Un hermoso anillo de plata y diamantes yacía en su dedo anular.

—¡No puede ser!—gritó Hanabi exaltada casi saltando de la silla.

—¡Te vas a casar!—le siguió Mei.

Las tres hermanas se abrazaron, lloraron, rieron y volvieron a llorar. Estaban tan felices.

Pasaron las horas y Mei se encontraba volviendo a casa, dónde su amado novio la esperaba. Muy posiblemente en su bolsa de dormir corrigiendo trabajos.

« Shouta jamás me pediría matrimonio, no cree en esas cosas. Ni siquiera un anillo de caramelo me compraría. El último regalo que recibí fue un oso de peluche en el festival de la U.A y tampoco es que lo haya pagado, lo ganó en un juego de puntería. »

Mei suspiró por milésima vez. Realmente dudaba de Aizawa Shouta, de si realmente la quería. No era nada romántico, según él, no es necesario. Por ejemplo, hace un tiempo contemplaron un bello atardecer en una colina cerca de su apartamento y él no emitió el más mínimo ruido.

Estaba frustrada y confundida porque si el amor no se demuestra con palabras ¿Qué procedería cuando no tampoco hay acciones?

Si bien sabía que las cosas cursis no eran el estilo de Aizawa, eso no evita que fantaseé con la idea de verlo fuera de su trabajo esperándola. No pide un ramo de rosas rojas o un collar de seis quilates con sus iniciales grabadas, tan sólo... lo quería a él, allí parado con su hermosa naricita sonrojada por el frío invierno, su alborotado cabello y esos felinos ojos que resaltan de aburrimiento.

O mejor aún, ellos dos solos, sin nadie a su alrededor, Shouta arrodillado ante ella, pidiendo su mano.

—¡De tan sólo imaginarlo me dan ganas de llorar!—expresó en chillidos Mei.

A pesar de ser un viejo gruñón (así lo apodó Rio) Mei lo amaba tanto y juraría hasta a los mismísimos dioses del universo lo enamorada que está.

—Llegué.—anunció en tono desanimado.

Una fugaz mirada de sus negros ojos recibió en respuesta.

Y esa fue la gota que rebalsó el vaso.

—¿¡NI SIQUIERA ME DIRÁS "BIENVENIDA"!?—gritó eufórica.

Mei no llegó ni a quitarse los zapatos que ya le había dado tremendo portazo. Lo último que pudo ver de él fue su rostro de confusión.

No sabía a dónde corría, pero quería ir lejos.

A pesar de derramar lágrimas de ira y tristeza la culpa empezó a consumirla.

« Tendría que haber hablado con él sobre cómo me sentía, en vez de sólo explotar y salir corriendo. Además, no puedo negarlo, todo este resentimiento comenzó cuando empecé a compararlo con los novios de mis hermanas y eso no está bien. Pero después de todo, exigir amor no está mal ¿cierto?... Agh, pero no lo hice de la manera correcta... Espera, espera ¡Nunca te enojas con él! Que se vaya a la mierda. »

𝐀𝐢𝐳𝐚𝐰𝐚 𝐒𝐡𝐨𝐮𝐭𝐚 || 𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭'𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora