–Señorita Malina, para garantizar su seguridad, le sugiero que estar sentada al borde de una ventana en un tercer piso, no es una situación muy segura, así que por sus seguridad le pido que baje.Esa maquina ya me tiene cansada, ni un minuto sola te deja.
Trato de ignorarla pero nuevamente hace la misma sugerencia, que ya repitió varias veces, y arta de que continúe con el mismo discurso, respondo.
–Te aseguro maquina que mi seguridad no corre peligro y no me molestaría estar sola por un segundo aunque sea.
–Señorita, una caída desde esta altura seria perjudicial para su salud y lamentablemente aun los jóvenes que se capacitan en medicina, nos están listos para encargarse de la magnitud de un accidente como ese.
–Si si si, ya entendí– sentenció, bajando de un brinco del marco de la ventana.
–Señorita– odio que me llame asi– le recuerdo que se tiene que alistar para su traslado al pabellón de mujeres, ya que su adaptación finalizo, por otro lado, también tiene la asignación de grupo.
–Mensaje recibido.
Y por fin el maldito alta voz de donde provienen las ordenes de la maquina, apagan su luz, dando entendido que su mensaje fue entregado y que por ahora no va a molestarme más, al menos por un rato.
Hace dos semanas llegue al famoso campus, en el cual me tuvieron encerrada en una especie de cuarentena, para cerciorarse de que no traiga el virus conmigo. El único rastro humano que vi, fueron las dos enfermeras de dieciocho años que se aseguraron de que este bien de salud, también vi a algunas personas por la ventana, pero no mucho más de eso.
Como compañía también tuve a la maquina, que se encargo de explicar como es todo, las reglas y eso.
Nos asignan un grupo según nuestras edades, conocimientos,conducta e inteligencia, con el cual trabajaremos para cumplir nuestras tareas. Resulta que, para conseguir productos de higiene, comida, o ropa en especial, fuera de lo otorgado por el campus, vamos al alamacen, ingresamos nuestro código e intercambiamos horas de trabajo comunitario por productos.
Además con ellos compartiremos mesa en el comedor y en caso de emergencia tendremos que mantenernos juntos.Muy estupido?
Si.
Puede servir para que los adolescentes conozcan gente nueva y no caer en depresión?
Tal vez.
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Escoltada por las dos enfermeras, atravesamos callejones que nos dirigen más al centro del campus. La zona de aislamiento, en la que estaba, queda más apartada de este.
Atravesamos una gran puerta de madera color azul, que nos da la bienvenida al pabellón de mujeres, un edificio con gran extructura de estilo europeo. En la recepción, una computadora con amplia pantalla nos recibe, y la voz ya conocida, da un discurso con las indicaciones necesarias.
508.
Ingreso el código, que hace que las persianas, que protegen las escaleras para que solo las residentes ingresen, se abran de par en par. Me despido de las enfermeras y me en camino a mi dormitorio.
Lo bueno es que el campus es lo suficientemente grande para que cada persona tenga su propio dormitorio, en el cual solo cabe una cama, el armario y una ventana.
Lo malo es que los baños son compartidos, cada pabellón cuenta con un baño con suficiente espacio para más de quince chicas.
Después esta la biblioteca y el comedor que son lugares totalmente compartidos para todos.
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El Centro Azul
Science FictionA Malina siempre le gustaron las historias postapocalípticas, pero nunca creyó vivir una. Una cosa que sabia era que el mundo como ella lo conocía ya no existía. Y que tenía la inmunidad contra el virus que lo destrozo todo. ••••••••••••...