Pétalos rosas...

690 122 36
                                    

Gulf salió corriendo cuando el ataque de tos apareció una vez más, muy fuerte y asfixiante.

Raudo se puso de pie y se cubrió la boca con el dorso de la mano para que nadie lo viera, deseaba llegar a un baño y tener privacidad.

Palpaba el miedo de que alguien notara su estado, era aterrador pensar siquiera que pudieran descubrirlo, porque estaba tan avergonzado como destruido.

Mientras atravesaba los pasillos con la vista en el suelo, las personas le regalaban una mirada de desaprobación a su caminar. Entró al baño y miró a dos chicos que se encontraban ahí, dicen que no puedes ver los sentimientos a través de un solo vistazo, pero cualquiera que observara de reojo a Gulf notaba el temblar de sus iris y el titiritar de su cuerpo. Por esa razón cuando consiguió ocultarse en uno de los cubículos se reclinó frente al inodoro y dio horcadas, los pétalos brotaron por montones al igual que sus lágrimas.

La tos y el dolor empeoraban día con día, acompañados del miedo creciente que significaba tener hanahaki.

Hace tan solo un mes lo descubrió mientras acomodaba sus libros para ir a casa, un agudo dolor en el pecho lo golpeó, el sol que se colaba por la ventana del aula vacía le permitió verlo de inmediato, tosió un poco como reflejo y justo ahí; desde su garganta hasta su libro sobre la mesa vio caer un pétalo. El primero de su lluvia rosa.

Abrió los ojos como si estos quisieran abandonar sus cuencas, conoció el miedo autentico cuando otros más aparecieron, intentó controlar la tos y recoger los pétalos lo más rápido posible, metiéndolos en su mochila, antes de que alguien los viera.

La puerta se abrió y la voz amable de su mejor amigo se escuchó en el eco del aula solitaria.

- ¿Estás listo? Los chicos ya se fueron solo estaba esp... ¿estás bien?

- Si ...

Su voz nerviosa lo delataba, era claro que no estaba bien, por suerte Mew no había visto nada de lo que le sucedido. Gulf se controló como pudo, haciendo fuerza en su garganta y pulmones, pero el dolor lo estaba sofocando, la tos amenazaba de nuevo con aparecer.

- ¿Seguro que estas bien? Te ves un poco pálido ¿si quieres podemos decirles a los demás que te llevare a casa?

Mew era su mejor amigo desde hace 14 años, prácticamente lo compartían todo y no había secretos entre ellos, lo único que los separa era un abismo enorme de sentimientos. Porque hace tan solo 2 años Gulf se dio cuenta de que se había enamorado, unido a esos sentimientos encontró que era un amor unilateral.

Había vivido con ese corazón oculto entre risas, porque era mejor ser amigos que nada y por dos años fue suficiente, hasta que Mew encontró a alguien con quien sonreír, en sus propias palabras "el amor de su vida".

- Estoy bien –Sonrió, intentando tranquilizar a Mew y también a sí mismo- me sentí un poco mareado es todo, tú puedes ir con los demás, acabo de recordar que necesito hacer algunas cosas.

No se detuvo a explicar más, tomó su mochila y libros para salir corriendo, su mejor amigo se quedó atrás sin entender que había pasado.

La suerte estaba echada y el torrente de emociones que invadía a Gulf era aterrador ¿qué le estaba pasando? En la entrada de la universidad aun tosió un poco más y los pétalos rosas siguieron brotando.

Gulf descubrió ese día que un amor unilateral puede lastimarte hasta romperte por dentro. En silencio había amado a Mew por dos años, con el mismo sigilo su cuerpo se dañó con flores.

- Tienes hanahaki Gulf.

Esas palabras llegaron tan fuertes y ensordecedoras, repletas de miedo. Tal vez se lo merecía por rebasar la línea que no debía. Tal vez se lo ganó por cobarde. Un cuento de hadas en el que no eres el protagonista te convierte en el extra que mira desde la butaca.

Hanahaki - MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora