III

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"¿Por qué?" Anoté en mi diario ese día.
"¿Qué debería hacer?" Escribí imaginando que el papel me respondía.

Seguí mirando hacia afuera por la ventana...
una pena:
las estrellas se veían aún más lejanas.

"¿Quién es?" Apunté retrocediendo en mi memoria, en busca de un posible olvidado recuerdo.
"¿De dónde vino?" Caligrafié con curiosidad mientras que por la ansiedad mis uñas muerdo.

Miré al horizonte nuevamente,
buscando en las estrellas una pequeña solución solamente.

En su lugar lo ví a Él.

Del peso de mi mirada parecía exento,
y aún así el miedo me dejó sin aliento.

Y aún así de asustado,
aún así de aterrado,
la curiosidad mató al gato.
Por un momento se me olvidó ese dato.

¡Oh, pobre Yo! Que tan solo la certeza buscaba.
¡Que ingenuo Yo! Que no tenía idea de lo que el futuro deparaba.

Completamente consciente de lo inconsciente que estaba siendo, a su encuentro corrí.
Totalmente inseguro de si estaba realmente seguro, de mis valores me desprendí.

¿En qué estaba pensando cuando creí que sería buena idea cruzar otra vez mi mirada con la suya?
Fue como si le pidiera que cualquier resistencia de mi parte destruya.

Ojos vacíos.
Ojos en los que ví reflejados los míos.

Y luego de hablar se me olvidó por un momento que aquella noche pude haber muerto.
Y no había forma de que eso fuera a parar a buen puerto.

Sin embargo no pudo importarme menos:
no veía la hora de volver a vernos.

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