III

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— Otro whisky, por favor.

El barman asintió y fue por la bebida para vaciarla cuidadosa pero hábilmente en el vaso. Una vez servido, fue entregado a JungWon.

Desde que estaba con Jake, su antes desagrado por el alcohol se volvió una especie de desahogo. No quería volverlo un método para salir de la realidad, pero al menos lo distraía de su miserable vida.

Su chaqueta negra cubría la parte superior de su cuerpo, mientras unos pantalones negros hacía juego con la camisa de manga larga color blanca. Se veía genial esa noche y lo confirmó cuando el barman le miró durante un buen rato.

— ¿Qué me ves?

Ciertamente no estaba disgustado ni le incomodaba el hecho de que fuera blanco de vista por algunas personas, hasta cierto punto estaba acostumbrado pero el chico detrás de la barra ni siquiera sabía disimular.

— Perdón.

— Umh — asintió con un tono desinteresado.

Un tanto harto y con tres whiskys en su organismo se levantó. Esa noche el bar se encontraba relativamente solitario. Era común ver a cientos de personas dentro pero, al ser miércoles, muchas de ellas no estaban interesadas en asistir hasta llegar el fin de semana.

Había música a un volumen moderado además de grupos de personas, parejas e incluso solitarios.

No era de ese tipo de lugares donde adolescentes tratando de hacerse pasar por mayores de edad iban y se emborrachaban irresponsablemente, sino un tipo de establecimiento donde se encontraban buenas bebidas y un ambiente relajado, lo suficiente como para pensar en tu vida hasta querer morir ahogado en un delicioso Manhattan.

JungWon se atrevía a declarar ese su lugar favorito para reflexionar sin ser molestado, acompañado de un buen cigarrillo. También, le gustaba sentarse en una mesa que estaba al fondo, para simplemente mirar a los demás. No hacía nada más que mirar.

Pero no lo juzguen, no era un acosador o algo así, de hecho nadie se daba cuenta de su presencia más que los tipos que le cobraban las bebidas. Su existencia ahí pasaba desapercibida y le fascinaba.

Se sentó en la silla de su preciada mesa y sacó su teléfono al oír una notificación llegarle.

01:12 a.m. Aún no era tan tarde.

Abrió el chat que le llamaba y observó el nombre de Jake arriba. Rodó los ojos.


Jake

¿Dónde estás?

JungWon

En el West Coast

Jake

¿Por qué no me avisaste?
Iré por ti, espérame.

JungWon

No necesito contarte
todo lo que hago,
eres mi novio,
no mi madre, no vengas


Bloqueó su teléfono y lo guardó nuevamente en su bolsillo para luego sacar un cigarro. Para su buena suerte, estaba permitido fumar en el lugar. No lo hacía muy seguido, a decir verdad lo hacía unas dos veces al mes, pero realmente le causaba satisfacción el olor que generaba.

O bueno, era de lo que quería convencerse.

Colocó el pequeño y delgado cilindro de papel en su boca tras prenderle fuego del otro extraño y dio una corta pero profunda calada. Sopló una vez el humo llegó a su interior y sonrió.

También quería convencerse a sí mismo que todo estaba bien. Que tenía la familia perfecta y el novio perfecto como todos creían. Que no tenía ganas de salir de ahí a cada jodido segundo que pasaba. Se sentía asfixiado.

¿Por qué le disgustaba tanto su vida? ¿Sería por que la presión social y el "qué dirán" de sus padres le causaba repudio? ¿O a caso se trataba de lo intenso que llegaba a ser Shim en busca de una "relación duradera y fructífera", esa que desde un principio nunca tuvo una verdadera razón? Volvió a colocarse el cigarro en los labios y sacó su teléfono. Buscó si tenía notificaciones en sus redes sociales recientemente, pero nada. Lo apagó.

Una vez levanto la mirada supuso que se iría hasta terminar su cigarro. Buscó con la mirada algo o interesante.

Vio a una mujer que traía puestas algunas joyas que lucían costosas mientras su maquillaje se corría debido al llanto. A unos metros había una pareja, la chica y el chico lucían dulces, nada fuera de lo común.

Por último pasó la vista por la mesa ocupada, al fondo del otro lado del bar. Está tenía unos tres chicos de, según sus cálculos, probablemente su misma edad. Al parecer competían por quién tomaba más rápido.

Desagradable.

Sin embargo, en esa misma mesa, el chico de en medio llamaba su atención. Este curiosamente ya lo estaba viendo. JungWon alzó la ceja y, sin pena, se acomodó en su silla viendo al tipo pelinegro.

Era guapo, sin duda. Más aún si le miraba con sus afilados ojos y la expresión seria en su rostro. En ningún momento sus miradas se desconectaron. El timbre de llamada en tu teléfono se hizo presente y vio el nombre de Jake. Por centésima vez rodó los ojos y supo que no lo dejaría en paz. Contestó y el australiano le dijo que ya estaba afuera del lugar.

Dedicó una última y fugaz mirada al pelinegro y salió de ahí.



west coast ☆ jaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora