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No todos en el mundo son seguidores,

mas no hay menos líderes a los cuales

el peso de sus actos no los haya aplastado.

Yra Reybel


Tan real como la vida misma,

porque en ella, como en la cruda realidad,

solo hay lugar para la irónica justicia.


Londres,

Otoño de 1898

Las lágrimas de Sara se confundían con las gotas de lluvia que caían en su rostro. La noche amenazante de las trémulas calles de Londres hacía que todo se tornara aún más lúgubre.

Ya era muy tarde para esperar un coche, así que se fue a pie. Continuó casi por una hora tras pasar un sendero que conducía a su destino. Se detuvo frente a una vieja mansión en Kilburn, en las afueras de Hampstead, la cual ostentaba la gloria de su belleza en el pasado, bajo el moho verde de la humedad y a través de las grietas ganadas con los años.

Se dispuso a tocar, no pasaron más de tres toques antes de que alguien abriera. A la puerta atendió un joven de cabello rubio, dotado de considerable altura y sublime belleza; sus ojos dorados se abrieron estupefactos al verla y prácticamente la arrastró hacia dentro.

La Última Sospecha (En Físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora