Nunca nadie había reflexionado de esa forma sobre lo invisbile. Lo intangible era impensable para Rafael, que todo lo pensaba, pero nada veía. En mejores palabras, era indistinguible para él lo sensible de lo ideal. Todo parte de un mismo plano sin escalones. Todo abarcable. La corteza gastada de un pino muerto tenía en su mente la misma presencia que el concepto de finitud. Y el constante camino profundo del genio tenía en el fondo una ineptitud.
Atenas, "la rompecadenas". No la ciudad, sino ella, quien montaba con espuelas estacando su verdad. Su himno: el goce; y una melodía que clamaba atención. El centro en la fiesta, dispuesta a una muestra de auto-humillación. No era el canto su fuerte. No tenía uno. Su mantra fue siempre el del tiempo oportuno, que es siempre. Cada segundo para ella, que se debe al público de turno. Una máscara para la ocasión y preservativos para el control del descontrol. Boluda no era. "Mañana será otro día, y en lo que pueda errar hoy no repercutirá ya para el mediodía", (su frase, a sabiendas de que otro maquillaje llevaría).
Sin rimas Perito. La belleza de su arte gozaba de mil matices, pero ninguno tan básico. Ajedrecista del destino. Sin paso en falso. Sin verdades. Sólo deseo. Todo plan. Altanero, pedante, intérprete, actor, empresario, contador, detallista. Obsesión hipnotizante. No le bastó nunca el logro eficáz. Lo consideraba basura sin la eficiencia satisfactoria de quien, además, consigue la conceción de todos los medios establecidos y predeterminados. Se alimentaba del éxtasis del control total sobre la infinidad de probabilidades. Nada invisible, menos el resto.
Nadie quiere hablar de Sol. Parece insulsa la vida de quien no es. Sol no era. Era sol, para quien quisiera. Calor cálido, no asfixiante. No era muchas cosas: ni interesada, ni egoísta; ni ambiciosa, ni perfecta. Se desprendía y se abandonaba. Se olvidaba. Era todo lo necesario si lo era. Sol comprendía al otro y se transformaba. Un ojo clínico. Una resonancia magnética de intangibilidades, de la más alta calidad. Tanta "expertise" que ante el primer acercamiento de un desconocido, sabía de qué forma saludar, con qué temple, el movimiento indicado y la pregunta certera.
