H.J.P.E & G.M.W.P (one shots)

Almas

La reunión mensual de los ángeles, querubines, serafines y toda entidad celestial de alto rango, estaba dando comienzo. Cada uno se dirigía a su Señor para tratar asuntos importantísimos sobre el cielo y la tierra, uno de los temas a abordar era la proyección de nuevas almas para enviar a la tierra como nuevas vidas.

El Gran Sabio, un ángel antiquísimo, encargado del "Jardín", tomo la palabra:

– Me dirijo al Excelentísimo Señor de los cielos y de la tierra, con el fin de solicitar para mi "Jardín", la creación de nuevas almas en estado puro, para que inicien su preparación – dijo inclinando la cabeza.

– Concedido – hablo con portentosa voz el Excelentísimo, chasqueando los dedos, dando así, cumplida la petición de su ángel.

*HG*

De regreso al "Jardín", el Gran Sabio, se maravilló, como siempre lo hacía, de ver la llegada de las nuevas almas, que sus subordinados, quienes se encargaban del control del lugar, empezaban a recibir y a organizarlas en grupos conforme al lugar donde iban a ser enviadas.

El "Jardín" tan bellísimo y resplandeciente, como el resto del cielo, era aún más precioso gracias a que ahí habitaban almas de la más alta pureza. Era regocijante ver sus calles de oro, mar de cristal, arboles de piedras preciosas y de los más dulces frutos, jamás vistos. Se podría denominar que sus perfiles eran idénticos a un croquis del planeta tierra, con el fin de tener un mayor control de las almas y su futuro lugar de nacimiento.

Las almas convivían con sus grupos, en los lugares donde se establecieron cuando llegaron, pero podían pasear por todo el "Jardín" y relacionarse con todas las almas, su idioma era el mismo y al ser tan purísimas, no se creaban conflictos.

*HG*

Al Gran Sabio le gustaba dar paseos por toda la extensión de su "Jardín" para conocer a cada una de sus almas, esto le ayudaba muchísimo a la hora de hacer la elección de que almas enviar en el momento oportuno, debido a que, cuando se generaba una vida en la tierra aparecía un formulario estipulando: el padre, la madre, los rasgos físicos, su condición social, edad y lugar de nacimiento. Y, con esa información, conociendo de antemano los pormenores de sus almas, era más fácil hacer una elección rápida.

En uno de sus cuantiosos paseos, se encontró con un grupo de almas nuevas con las que había entablado relación, pero en esta ocasión se detuvo lejos del grupo y se dedicó a contemplarlos.

– "Me encanta el detalle de que las almas aparezcan con su género establecido y con dos rasgos característicos con los que van a nacer en la tierra" – meditaba el Gran Sabio, esto era de gran ayuda al momento de decidir, ya que si lo padres eran pelinegros escogería un alma entre las que tenían ese rasgo, o si tenían ojos azules, o marrones, o... rubio con ojos verdes.

En el grupo que contemplaba se hallaba un alma con cabello azabache y ojos verdes, una castaña de cabello enmarañado, un pelirrojo de ojos azules, un rubio de ojos grises, un rubio de cara redonda y una pelinegra de bonito aspecto, quienes platicaban, jugaban, se cuestionaban cuál sería el día en que serían escogidas y planeaban la gran vida que llevarían, además de prometerse ser amigos hasta en el otro mundo.

– Cuánto se pueden estar equivocando – pensaba el Gran Sabio – tal vez algunos de ellos se vuelvan el enemigo del otro una vez que llegaran a conocerse en la tierra – reflexionaba – la Tierra y sus desordenes les han causado tanto daño a mis almas, que de aquí, parten en su estado más puro para ya convertirse, a veces, en cosas malditas... Unas regresan, otras no.

Se había topado con algunos seres celestiales que le agradecían sus cuidados, atenciones y consejo antes de ser enviados a la Tierra y habían muerto allí para regresar al lugar de dónde habían partido, con nuevas experiencias y vivencias; pero le entristecía hondamente que otras hallan desdeñado su pureza y se hayan marchado por un camino deshonroso, pero por ellas nada podía ya hacer y se esmeraba más en las nuevas almas.