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En el viaje de regreso, por más que ambos se sentaran en el asiento de atrás, Beomgyu parecía apartado, miraba a la ventana, ignorando completamente a Taehyun.
El rubio no se iba a quedar así, así que pasó al medio del asiento, tomando la mano de Beomgyu, haciendo que este se sobresaltara, se giró hacia él y tardó un momento en dejarlo entrelazar sus dedos.
—Siento que tengo que pedirte perdón. — murmuró Taehyun. — No supe qué hacer, Beomgyu, lo siento.
El peligris sonrió un poco, conmovido por el gesto de su novio.
No estaba enojado, simplemente se sentía mal con sí mismo, y quería estar apartado.
Pero sabía que no podía liberarse de su sobreprotector novio.
Beomgyu asintió, abrió la boca para hablar pero la cerró, alzó la mano e hizo una seña.
"Está bien".
Taehyun pasó la vista de la mano de Beomgyu hacia su rostro, viendo cómo lentamente los ojos de Beomgyu enrojecen mientras él intentaba aguantar el llanto.
—No, bebé. — dijo, aunque su tono fue un poco brusco. — Tú puedes, lo sabes.
Beomgyu negó, mordiendo su labio con fuerza, su mirada bajó hacia su regazo.
Taehyun tomó con suavidad su rostro, alzándolo, los brillantes ojitos de su novio lo miraron, quebrándole un poco el corazón.
—Esto ya te paso una vez, Beomgyunnie, ¿Recuerdas? Cuando volvimos de campamento. — el rubio esperó hasta que el chico asintió. — Esto es como cada vez que vuelves a hablar en las mañanas, ¿Sí? Cuando me das buenos días, ¿Está bien?
Beomgyu sólo lo miraba, sus ganas de llorar se habían ido a pesar de que sus lágrimas seguían en sus ojos.
—Sólo te pusiste nervioso, bebé. — dijo Taehyun, refiriéndose a lo que le había contado la fonoaudióloga. — Nos pasa a todos, está bien, pero sabes que puedes, ¿Lo dices? ¿Por mí?
Beomgyu sonrió un poco, cerrando sus ojos un momento, buscando, como todas las mañanas, el punto exacto en su pecho de donde sentía su voz.
Tomando aire, lo logró:
—Bu-Buenos días.
Beomgyu rió un poco, los labios de Taehyun sobre los suyos lo interrumpieron, dejando un beso corto pero con ganas, haciéndolo sonreír.
La señora Choi los miró con ternura por el espejo, sonriendo ampliamente mientras estacionaba el auto frente a su hogar.
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