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Me le quedé viendo un par de segundos. Su voz y aquella frase me habían descolocado un poco. Sacudí mi cabeza y volví a mirarlo, el seguía con aquella fría expresión, algo que ciertamente no me gustaba de el, pues, a mi parecer, daba miedo.

Sabía muy bien que no debía juzgar a una persona por su apariencia, pero, en este caso era prácticamente imposible el no hacerlo.

El chico no parecía ser una persona de confianza, quizás el hecho de tener una expresión tan distante era lo que me hacia pensar aquello.

—Se que te dijeron que soy un loco. —salí de mi trance al momento de oír su voz. No voy a negarlo, me había asustado un poco, por ende, había pegado un pequeño salto a causa del susto.

—Eh... Este...yo. —genial. Jamás en mi vida había tartamudeado de este modo, y no sabía por qué razón lo había hecho.

El ladeó un poco su cabeza, más no dijo nada, simplemente se me quedó mirando, y yo a él. Así estuvimos por quién sabe cuánto tiempo. Reaccioné luego de un par de segundos, al darme cuenta de que la distancia que había entre nosotros era prácticamente nula. Tragué en seco, pues la cercanía y su penetrante mirada hacían que me pusiera nerviosa, más de lo usual.

—¿Tú crees que soy un loco? —preguntó posando una de sus manos en mi hombro mientras seguía mirándome de aquella manera.

Me quedé completamente en blanco, no sabía que responder, y mi cuerpo tampoco ayudaba mucho que digamos, pues se había quedado más tieso que una estatua.

—Si yo fuera un loco, quizás ya te habría hecho daño. —tragué en seco, y el pareció notarlo, pues su mano, la cual anteriormente se encontraba en mi hombro, había pasado a posarse en mi barbilla, la cual alzó un poco para hacer que lo mirara directamente a los ojos— pero sin embargo aquí estoy, metiéndome en problemas por defender a una chica de la cual aún no sé ni su nombre. —caí en cuenta de que no había dicho nada, así que tomando todo el valor del mundo atiné a contestarle.

—En ningún momento solicité tu ayuda. —su expresión, la cual se había suavizado un poco anteriormente, volvió a tornarse severa, haciendo que se me helara la sangre.

—No se trata de si la solicitas o no. —contestó volviendo a posar su mano en mi hombro, y apretando el mismo— si hace falta, te seguiré hasta el final de mis días. —confesó y por consiguiente se separó para luego desaparecer por las oscuras calles.

Vaya fuerte y directa confesión

No se si debía adelantarme o no pero, por las pocas palabras que había intercambiado con el, no parecía ser un loco, al menos no a simple vista.

Hay que admitirlo, el chico tenia una apariencia que no inspiraba confianza, pero aun asi, me parecía un poco exagerado el tacharlo como un loco.

Lo curioso de todo esto, si se lo puede llamar así claro, era que el siempre se aparecía en el mismo sitio y a la misma hora, y, usualmente era a mí quien siempre molestaba, o eso creo. La verdad es que no se si con otras chicas o personas hacia lo mismo, pero por ahora, no tenia planeado interesarme por su vida, pues a penas lo conocía.

Esta situación me era demasiado extraña, pues, ¿Quién demonios salvaría a alguien que no conoce más de una vez?. Eso era lo que me inquietaba, pues en mí cabeza se formaban ideas que prefería olvidar o hacer de lado, pero era algo imposible.

Empezaba a cuestionarme sobre si tomar este camino, o directamente tomar otro para no volver a encontrarlo. Pues, aunque este no fuera un "loco", no iba a negar que sentía un poco de miedo con el simple hecho de verlo. Y mucho más, viendo que el actúa como si me conociera, cuando yo no tengo ni idea de quién es el. De igual manera, lo pensaría luego, pues ahora debía ir a casa o de lo contrario, mí hermano podría meterse en cualquier tipo de problema para nada agradable.

Pasé mí mano por mí cabello y me dirigí hacia mí casa con un sin fin de pensamientos rondando en mí cabeza.

A medida que me acercaba al barrio, pude notar que las calles estaban notablemente transitadas. Cosa que no era muy usual, ya que el barrio siempre había tenido esa apariencia de "muerto" por el hecho de que nadie pasaba por aquí. Pero hoy parecía tener un poco de vida, y eso era agradable.

Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue tocar la puerta, para ver si Jinhong antendia. Pero nadie contestó, así que pasé y dejé mis cosas en una mesita que se encontraba cercana a la puerta.

Tras dar un par de pasos más, pude distinguir un pequeño papel en la mesa que estaba junto al sofá.

"Fui a visitar a papá, volveré más tarde".

Involuntariamente sonreí y dejé el papel en su lugar y caminé hacia mi habitación para poder terminar con mis tareas pendientes.
  No iba ni por la mitad de mis tareas cuando una sensación extraña recorrió todo mi cuerpo, dejándome un tanto desconcertada.

Me puse de pie y en ese instante oí como la puerta se abría y cerraba con notable fuerza. Caminé hacia la puerta de mi cuarto, y por consiguiente salí de este para dirigirme hacia la sala de estar.

—¿Tu?, ¿Que estás haciendo aquí? —el chico, el supuestamente "loco" se encontraba parado en la sala, mientras miraba por una de las ventanas.

—Házme caso y ve a esconderte. —dijo, más no dejó de mirar por la mencionada ventana.

—Pero. —un suspiro salió de sus labios antes de que este se acercara y me "abrazara". Quedé prácticamente tiesa. Pero reaccioné al ver que de un momento a otro, nos encontrábamos en el cuarto que ultilizabamos para guardar las cajas de los muebles.

—No hay tiempo para dudar. —dijo en voz baja y yo prácticamente lo empujé.

— Tu. —lo señalé— ¿Que clase de monstruo eres?

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⏰ Última actualización: Feb 20 ⏰

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Dark Angel | VernonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora