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—No puedo darte el dinero. —dijo ella tratando de liberarse del agarre de aquel chico.

—Nos lo das, o tu hermano sufre las consecuencias, tu eliges Kim. —contestó el apretando aún más el agarre en los hombros de ella, causando que esta soltara un quejido.

A Gayoung no le quedó otra más que ceder y entregarle el dinero. Jinhong no estaba del todo estable estos últimos días y si Kino y sus demás amigos atentaban contra el, de seguro terminaría en el hospital y con graves heridas.

Tras un suspiro de derrota, sacó la billetera de su bolsillo y se la entregó. Al parecer no iría a visitar a su padre esta vez.

—Así se hace pequeña Kim, buena chica. —pronunció Kino en tono de burla mientras la soltaba— Vámonos. —les dijo a sus amigos y por consiguiente abandonaron el lugar.

Esta no era la primera vez que Kino la molestaba, siempre lo hacía, solo que otras veces solía hacerlo en la escuela. Pero esta vez había llegado prácticamente a los extremos, la había seguido hasta unas cuadras antes de llegar a su casa. Ahora ya sabía el por qué se sentía observada.
Lo más decepcionante de todo, es que había realizado varias denuncias a lo largo de mucho tiempo y nunca hacían nada.

Quizás el hecho de que Kino fuese hijo de un oficial influía en todo eso.

Ella simplemente bufó y tomó su mochila para ir directo a su casa. Habia veces en las que se sentía una completa estúpida por no defenderse, pero luego recordaba el por qué de que no lo hacía. En principio, ella no quería meterse en problemas, segundo, si ella se defendía Kino y los demás atentarían contra su hermano y ella no quería verlo mucho más débil de lo que ya estaba. Por esas simples razones había decidido prácticamente seguir a la "merced" de Kino.

A paso lento y perezoso caminaba por las veredas, lo único que esperaba era encontrar algo de dinero en su casa para poder ir a ver a su padre a la clínica, ya hacia varias semanas que no lo veía y el cargo de conciencia la estaba matando.

Tras dar un par de pasos más paró en seco, ahí estaba de nuevo aquella sensación. Con cautela miró hacia todos lados cerciorándose de que no hubiera nadie y tras comprobarlo siguió caminando, pero aún así, aquella sensación extraña seguía allí. Inconscientemente comenzó a apurar el paso con los nervios ya a flor de piel. Sentía que alguien la seguía y esa sensación era algo muy desagradable que solo hacia que horribles escenas se pasaran por su cabeza.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo al escuchar un sonido detrás de ella y, tras tragar en seco y contar hasta tres, se fue girando lentamente para ver de quién se trataba. Su corazón se relajó al instante al ver que solo era un simple gato jugando con una bolsa de nailon.

Sonrió al ver al pequeño animal jugar tan alegremente, aveces pensaba que si llevaba una mascota a su casa las cosas serían un poco mejor, pero ese pensamiento se esfumaba al darse cuenta de que no tendría tiempo para cuidarlo.

Volvió a darse la vuelta y un chillido se le escapó al ver a una persona parada en frente de ella. Este le tendió una mano y ella con miedo atinó a observarla, en ella estaba su billetera. Levantó su mirada, pésima idea, pues al ver el rostro del chico quedó completamente paralizada.

Este tenía una expresión completamente seria, y el hecho de que sus cabellos cubrieran gran parte de sus ojos lo hacía ver aún más aterrador.

Tragó con nerviosismo y pegó un leve salto al sentir algo helado en su mano. Aquel chico del cual no sabía su nombre la había tomado y, por consiguiente, habia puesto la billetera en ella para luego irse sin decir palabra alguna.

Sin más, guardó el pequeño objeto y salió corriendo hacia su casa, pues no quería cruzarse con nada más en lo que restaba de la tarde.

Al llegar a su casa todo parecía estar en orden. Al menos no habían vidrios rotos o escrituras raras en las paredes, pues desde que su familia se había "separado", muchos comenzaron a realizar ese tipo de cosas.

Aún con el corazón a mil por hora, abrió la puerta de la casa y se adentró en ella para encontrarse con Jinhong recostado en el sofá. Cuando realizó un par de pasos, pudo observar una nueva marca en su rostro.

—¿Que te hicieron esta vez? —preguntó el con la vista puesta en un lugar fijo.

—Nada, ¿Por qué lo preguntas? —se animó a contestar ella mientras dejaba su mochila en uno de los sillones

—Estás pálida, por eso lo pregunto, ¿Kino volvió a molestarte cierto? —negó al instante.

—No, simplemente me llevé un susto en el camino. —contestó y se dispuso a subir las escaleras para cambiarse el uniforme.

Minutos después bajó las escaleras con un pequeño frasco de maquillaje que había comprado únicamente para esconder todas las heridas de su hermano mayor. Se acercó a él, y el al ver lo que traía en sus manos solo atinó a sentarse mejor en el sofá. Ella se inclinó y comenzó a pasar dicha emulsión por el rostro del chico, causando de vez en cuando que este se quejara.

—¿Iremos a la clínica verdad? —ella asintió y procedió a cerrar el pequeño frasco— Soy una decepción para esta familia. —soltó de repente, bajando la cabeza— Debería ser yo quien te cuide, pero sin embargo eres tú quien lo hace, soy un cobarde. —ella le dedicó una mirada triste y procedió a sentarse a su lado para abrazarlo.

—No tienes por qué sentirte culpable. —pronunció en voz baja— Nadie nos dijo que lugar teníamos que ocupar y cual no, yo puedo cuidarme sola. No hace falta que te estés metiendo en problemas por mi culpa, —él solamente volteó a verla y la abrazó mucho más fuerte.

Esta era la primera vez que ella lo veía llorar. Quizás el ya lo había hecho varias veces, pero en secreto. Aún le resultaba increíble en como su familia de había desmoronado de un segundo a otro. Su padre había perdido completamente la razón, y su hermano, a quien creía el más fuerte de todos, entró en una horrible depresión.

Jinhong siempre había sido el típico chico valiente, sin miedos y seguro de sí mismo, razón por la que era el centro de envidia de muchos. Ahora solo era el chico más débil del mundo.

—Ten cuidado cuando vuelvas de la escuela. —le advirtió el con la voz apagada

—¿Por qué lo dices? —preguntó jugando con el cabello de su hermano.

—Se corre el rumor de que hay un tipo que está loco merodeando por las calles.



















Dark Angel | VernonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora