III

246 15 16
                                    


Sakura Haruno


Desperté muy temprano supongo que eran las ocho o nueve de la mañana, me estire un poco, era la primera vez que dormía tan bien.

- Ahhhh – Me levanto con mucho entusiasmó de la cama, me dirijo hasta la cómoda, abro con lentitud uno de los cajones para poder cambiarme de ropa, pero me percato que solo había ropa muy extrovertida, la gran mayoría eran vestidos cortos con gran escote.

- De verdad piensan que yo me pondré esta ropa, además ni me queda – Miro mi pecho y el vestido al mismo tiempo, suspiro decepcionada.

- Los vestidos están lindos, pero no creo llenarlos nunca, jajaja – Rio un poco, dirijo mi mirada hacia una pequeña bata, la tomo para ponérmela ya que aquel pijama que yo tenía puesto era un poco provocativo, aunque cómodo para dormir, acomode un poco mis cabellos, y decidí salir de aquella habitación.

- Creo que no hay nadie – Salgo de la habitación y camino por aquellos enormes pasillos, recorro el lugar con asombro, pude encontrar, la cocina incluso la estancia, pero no veía a nadie en aquella mansión, al llegar a la estancia.

- Este lugar es enorme, pero ¿Por qué no hay nadie en este lugar? – Miro a mi alrededor un poco confundida, algo llama mi atención en los ventanales que daban vista hacia el jardín, giro un poco mi vista y observo una habitación a lo lejos podía ver que era como gimnasio, la curiosidad me invade y me dirijo hasta ese lugar.

Me quede anonadada al ver el enorme tamaño de aquel gimnasio, nunca imagine que hubiera algo así dentro de una casa, aunque pensándolo bien, esta no era una casa nada normal, mi mente comenzó a hacer preguntas sobre a que se dedicaban exactamente estas personas, pero creo que lo mejor sería omitirlo.

Me adentro al gimnasio, miro con asombro los aparatos de ejercicio, la verdad es que tenían demasiados, pero algo llama mi atención, escucho unos fuertes ruidos de alguien haciendo aquel característico sonido de cargar pesas, giro un poco mi cabeza, mis ojos se llenan de asombro, ya que a pocos metros de mi estaba aquel chico de cabellos largos y negros, estaba haciendo barra estaba completamente bañado en sudor, movía aquella pesa de arriba abajo haciendo un gesto de fuerza.

Lo miro atentamente, tenía buen cuerpo, se apreciaba que se cuidaba bastante, ya que sus brazos, piernas, pecho y abdomen estaban bastantes músculos, gran parte de su espalda, brazos y pecho, estaban cubiertos casi en su totalidad por tatuajes, bajo un poco mi miraba y observo con claridad aquella cicatriz en la que yo le ayude a sanar.

- ¿Qué tanto miras niña pervertida? – Escuchar aquella voz tan aguda hizo que me saliera de mis pensamientos.

- Eh!? – Levanto mi vista y me sorprendo al verlo parado frente a mí, vistiendo un pans holgado que le llegaba un poco a bajo de su cadera, sobre su cabeza tenía una toalla con la cual limpia su exceso de sudor.

- ¿Qué que tanto me miras pequeña pervertida? – Lo decía con una gran sonrisa burlesca, mientras sacudía aquella toalla sobre su cabeza, para después ponerla sobre su cuello.

- N-no soy una pervertida, fuiste tú el que se metió a mi baño mientras me bañaba. – Hago un puchero y le grito levantando mi rostro ya que aquel chico era bastante alto, yo no era tan bajita, yo si acaso media 1.65... Ese chico media los dos metros.

- Pues no parecías disgustada cuando me mirabas fijamente mientras estaba desnudo frente a ti – Desafiándome con la mirada, así que yo hago lo mismo.

- No te estaba mirando fijamente, el único pervertido aquí eres tú – Le grito con más fuerza.

- Vaya veo que se llevan bastante bien – Dice aquel chico de cabellos negros y largos, con una sonrisa en los labios, apareciendo detrás de mí.

Եհҽ ʍɑƒíɑDonde viven las historias. Descúbrelo ahora