Extra.

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—¡Yoonie!

El pelinegro levantó la mirada, para encontrarse con la dulce de su novio. Sus pequeños ojos brillaban en felicidad y mordía levemente su labio. Sus mejillas estaban levemente sonrojadas. Tan... adorable.

—Hoy es nuestra primera navidad juntos —dijo emocionado, para al final sonreír tan jodidamente tierno como él solo sabía.

Yoongi estaba más, si era posible, emocionado que Taehyung. Había estado trabajando hasta agotarse para poder pagar algo especial a su amado novio: clases de danza. Recuerda la felicidad en su rostro y la adoración al ver a las personas bailar, que juro con su corazón ahorraría para que vaya a clases de danza. Además, el menor desde hace tiempo que deseaba tener ir a esas clases, ya que siempre veía a sus amigos en ese lugar. Pero el nunca pudo pagar el monto, así que estaba feliz con solo mirarlos bailar.

—Es cierto, tete—sonrió, levantándose de su asiento y acercándose al menor—. ¿Tu madre está de acuerdo con que yo vaya? —preguntó, inseguro. Lo menos que quería era incomodar y parecer un aprovechado. Su madre se encontraba trabajando en Europa, por lo que esta sería su primera navidad solo.

—¡Claro que sí! Ella está más emocionada que yo, Yoonie —sonrió, tomando las manos del mayor y entrelazando los dedos con los suyos—. Mis padres te adoran. Hasta me da un poco de celos, ¡te quieren más que a mí!

El corazón de Yoongi se derritió al observar el adorable puchero que hacía su pareja. No dudó en acunar su rostro entre sus manos y depositar un suave beso sobre su nariz.

—Ellos te aman, amor mío.

El rostro de Tae se tiñó de color carmesí ante tal apodo. Estiró sus labios y Yoongi entendió rápidamente. Depositó otro beso, esta vez en aquellos suaves labios.

—Nos vemos esta noche, ¿sí? —habló Yoongi cuando se separaron. Tae arrugó su rostro y frunció el ceño en desaprobación.

Cualquier otra persona que lo viera, pensaría que es una persona tonta e infantil, pero para Yoongi aquellos pucheros y berrinches de Taehyung le provocaban únicamente ternura y amor por su pequeño ángel.


Besó su coronilla dulcemente.

—Prometo estar mañana todo el día contigo, ¿sí? ¡Nos vemos a la noche, bebé! —le dio un rápido beso en los labios—. Y abrígate que hace mucho frío.

Taehyung iba a protestar nuevamente, pero ya el pelinegro había montado su bicicleta y se encontraba pedaleando a toda velocidad por la calle. Cruzó sus brazos y soltó un pequeño suspiro, para luego girarse y entrar a su hogar, donde sus amados padres se encontraban decorando y cocinando para esa noche.

Yoongi frenó frente a aquella tienda de música. Jadeó, dejando salir un vaho. Dejó la bicicleta apoyada en una pared y entró a la clase de danza. El característico sonido de campana sonó por el lugar, y la calidez lo recibió.

—¡Yoongi! —gritó Hoseok, recibiéndolo con una gran sonrisa tras el mostrador—. ¿Vienes a inscribirlo?

—Claro. Ya reuní el dinero —sonrió orgulloso. Había trabajado durante cuatro meses arduamente, y con sólo imaginar la sonrisa de felicidad de su novio era suficiente para motivarlo.

—Enseguida lo inscribo, voy hablar con la maestra. —dijo, para desaparecer tras una puerta.

A los minutos volvió Hoseok, al lado de el venia la maestra de danza, el pelinegro la saludo y rápidamente sacó el dinero de su morral y se lo extendió a la mujer.

—Si fuera por mí no te cobraríamos, pero el maldito viejo de nuestro jefe me regañaría y me echaría a patadas —dijo, un poco triste y enfadado. Yoongi le sonrió, restándole importancia—. Wow, has sonreído dos veces, ¡eso debería contarse como un récord! —chilló, aunque se cayó al recibir una mirada fulminante por parte del pelinegro—. Maldito gruñón, ¡ten! Deséale a Tae una bonita navidad.

yoonie › yoontaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora