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En menos de 10 minutos... SI CLARO; Sukuna comenzaba a impacientarse, a pesar de que el chico de sensuales curvas tenía una clara mueca dolorosa debido a la exitación que intentaba contener, este no había cedido en todo el rato que llevaban en los aposentos del gran Dios de las maldiciones...

- Algo está mal contigo -señaló Sukuna- vamos... Ruega de una vez y te ayudaré, estás babeando, el afrodisíaco funciona... Eres demasiado orgulloso

- Ha... Ha... -suspiros salieron de la boca de Yuuji al abrirla para intentar decir algo- no... no soy... un animal en celo... maldito Dios...

- Pues tu rostro dice lo contrario chico... -Sukuna relamió sus labios y Yuuji se imaginó miles de posiciones en las que esa lengua podría danzar sobre su cuerpo- Ayúdame a ayudarte...

- Como si pudiera tomarte en esa forma -dijo Yuuji mirándole de arriba a abajo- transfórmate a la altura promedio, eso podría atravesar mis intestinos si lo metes en tu forma original, malditos gigantes egoístas...

- ... ¿Estás ordenándome? -dijo Sukuna con un deje de molestia pero con su expresión llena de sorpresa-

- Estoy intentando negociar... Moriré si me montas en esa forma...

- Es su culpa por nacer pequeños...

- ¡POR FAVOR! Los dioses son gigantes por naturaleza, por sus venas corre oro diluido en vez de sangre, ustedes nos crearon de esta forma para mostrar nuestra inferioridad y saciar sus malditos egos milenarios...

- Así que te pones de mal humos si no te follan...

- ... Soy virgen... Estúpido... -susurró Yuuji pero fue escuchado claramente por Sukuna-

- Es un honor ser el primero... y el último, claro está.

Una luz fulgurante salió del cuerpo de Sukuna y una vez transformado se acercó a Yuuji...

- Oh por favor mocoso, dos metros son lo más pequeño que puedo volverme...

- Eres un... aah -un quejido de placer interrumpió a Yuuji, cada vez era más difícil contener sus gemidos, comenzaba a frotar sus caderas contra la cama, su calor perdería contra la lujuria en poco-

- ¿Dijiste algo? -dijo malicioso- No logro escuchar entre tantos gemidos... Eres como una hembra en celo, qui...

Yuuji interrumpió a Sukuna, lo tomó de uno de sus brazos y con la poca fuerza que le quedaba lo empujó sobre la enorme cama haciéndolo quedar boca arriba, posicionó sus piernas una a cada lado de las caderas de Sukuna y comenzó a frotarse contra la gran y dura extensión de aquel Dios, el de ojos rubí fue sorprendido por aquella acción pero al mismo tiempo se había complacido, había encontrado un tributo realmente interesante...

- Eres... estúpidamente... -decía Yuuji mientras seguía danzando sus glúteos contra la erección guardada entre toda esa ropa de seda del Dios de las maldiciones-... estúpidamente grande aquí abajo...

- Y no parece molestarte...

Sukuna derribó al chico y se posicionó entre sus piernas, comenzó a deshacerse de las telas de seda que le cubrían mientras el chico veía anonado como las enormes manos del Dios se despojaban de sus ropas dejando su torso desnudo haciendo visibles aquellos llamativos tatuajes negros que recorrían desde la cara del Dios hasta sus piernas, cruzando su pecho y abdomen perfectamente marcado, incluso había en sus hombros, bíceps y muñecas, odiaba admitirlo, pero era de los dioses más sensuales que había visto.

- Mocoso -la voz de Sukuna lo sacó de su transe- ¿no piensas desvestirte?

De los más sensuales mi trasero, no tiene tacto ni consideración alguna, ¿Seres sagrados, humildes y benevolentes? Estúpidos creyentes.

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⏰ Última actualización: Jun 08, 2021 ⏰

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El amor de un Dios [SukuIta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora