N O R O I - Itadori Yuuji / Sukuna x Female Reader!

1

Amane realmente se sorprendió cuando Yuuji logró llegar al cuarto piso, no dudo en comenzar a correr escaleras arriba.

Llegó en el momento preciso en el que se escuchaba una explosión.

Pudo ver a dos lobos comer los restos de una maldición, corrió en busca de sus amigos.

—¿Se encargaron de la maldición?

—Si, Itadori salvo a los chicos.

—Ah, lo hiciste bien, Yuuji— la azabache le sonrió.

—¿Que son las cosas que se comen la maldición?

—Mis shikigami ¿Los ves? Las maldiciones no suelen ser visibles a menos que estés muriendo o estés en un lugar como este.

—O que tenga las mismas habilidades de Amane-san ¿Verdad?

—En efecto... ¿No tienes miedo?

—Bueno, si, pase un buen susto, pero había gente que podía morir de verdad, lo mínimo que quiero hacer por la gente que conozco es que tengan muertes dignas, en fin, ni siquiera yo me entiendo.

Una cinta sobresalió del bolsillo de Sasaki, Yuuji lo pesco en el aire.

—¡Casi! ¿Era esto?

—Si, es el objeto maldito especial, el dedo de Ryomen Sukuna, es un milagro que no se lo devorara.

—¿Y esto se come? ¿Sabe bien?

—No seas tonto, se hace para obtener energía maldita es peligroso, dámelo.

Cuando Yuuji le estaba tendiendo el dedo a Megumi, una gran mano brotó del techo.

—¡Huye!— ordenó el azabache empujandolo.

—¡Megumi!— exclamó Amane.

—¡Fushiguro!— gritó Yuuji.

—¡Mierda!

Amane salió tras la maldición, esta iba con claras intenciones de matar a Megumi.

Yuuji se adelantó.

—¡Itadori!

—¡Yuuji!

Comenzaron una pelea, Amane estaba entrando en pánico, no quería usar su maldición, pero no quería perder a Yuuji.

—¡Detente!— el grito de Megumi la sacó de su ensoñación.

La energía que comenzó a brotar de Yuuji era extraordinaria.

—Ay no...

Terminó por ser casi aplastada por los restos de la maldición, soltó un quejido, todo su cuerpo se tensó.

Las marcas en el cuerpo de Yuuji eran visibles.

La risa estridente de aquel pelirrosa se escuchó.

—¡Lo sabía! ¡Que bien se siente la luz contra la piel!— arrancó su sudadera —La carne de un espectro no tiene gracia ¿Donde esta la gente? ¿¡Y las mujeres!? Pero que buena época— se subió al barandal —Mujeres y niños se arrastran por doquier como gusanos ¡Que maravilla! ¡Será una masacre!

—¡Oye, Ryomen, deja de decir idioteces!

El pelirrosa volteo con curiosidad, pudo ver a Amane de pie con un gesto enojado y marcas en la mitad del rostro.

—¿Shinibana Akai? ¡Cuanto tiempo, preciosa!

La azabache le miró extrañada.

—¿Te gustaría que masacraramos a todos juntos? ¡Será genial!— salto del barandal y brincoteo hacia Amane —Te ves muy joven, más atractiva que antes, me gusta— la atrajo por la cintura.