El viernes era visto por muchos como el peor día de la semana, pero para mí era todo lo contrario. Por lo general los viernes mi jefa era mucho más exigente y por alguna razón se podía más malhumorada que el resto de los días, y al ser su secretaria se dedicaba a lanzar toda su furia en mí. Ser la secretaria de la reportera más conocida del país tenía sus beneficios, pero yo quería ser reportera de investigación y trabajar para una reportera de deportes no me daba demasiados beneficios.
Como si la cosa no podría empeorar, era viernes 13. Y para ser sincera, todos nos ponemos un tanto vulnerables en esas fechas. Como si por la única razón de ser viernes 13 todo va a salir mal, o tal vez, simplemente es para echarle la culpa a una fuerza sobrenatural de las tragedias que suceden en nuestras vidas.
Tal vez "tragedias" era muy exagerado, pero en ese momento mi empleo estaba en juego y yo estaba dispuesta a echarle la culpa al viernes 13.
Corrí zigzagueando entre la multitud de personas que caminaban por la vereda tratando de que el café no se cayera. El día acababa de empezar y parecía que lo había hecho con el pie izquierdo, estaba llegando tarde gracias a que la noche anterior mi familia me había hecho una pequeña celebración por mi cumpleaños número veintidós lo que había ocasionado que me durmiera tarde y a la mañana no escuchara el despertador.
Mi jefa era muy exigente por lo que durante los dos años que llevaba trabajando con ella, yo había sido lo más precavida posible para poder mantener mi trabajo mientras estudiaba para algún día ser tan exitosa como ella. Debía admitir que ser asistente sonaba fácil, pero era todo lo contrario, tanto que muchas veces había pensado en renunciar, pero siempre desechaba esa idea.
Pero eran momentos como este los que me hacían querer haber renunciado voluntariamente antes de ser despedida. A lo mejor podría mentir, decir que había sido víctima de un robo y que aquella era la razón de mí retraso, pero las probabilidades de que me creyera eran muy bajas. Si tenía suerte ella también se habría retrasado y no habría problema, pero, nuevamente, las probabilidades de que eso sucediera eran escasas.
Cuando llegue a la puerta del edificio empujé rápidamente la puerta y corrí dejando que se cerrara sola. El ascensor acababa de cerrar sus puertas y no había llegado a detenerlo. Apreté el botón y comencé a mover el pie izquierdo repetidas veces con nerviosismo mientras esperaba que el segundo ascensor llegara.
Cuando llegó agradecí que estuviera vacío apreté rápidamente el botón del sexto piso.
—Por favor que aún no haya llegado —repetí varias veces mientras el ascensor comenzaba a subir, cerré los ojos y me apoyé contra la pared tratando de controlar mí respiración.
Las puertas del ascensor se abrieron lentamente y nuevamente comencé a correr, pero esta vez me dirigía hacia la oficina de mi jefa. Cuando llegué a la puerta frené y me acomodé el cabello un poco tratando de lucir lo mejor posible y, obviamente, deseando que ella no estuviera ahí. Pero definitivamente aquel no era mi día de suerte, ella estaba ahí y parecía estar esperándome.
—Hoy tenía que dar una entrevista a primera hora, y tú —dijo señalándome con una lapicera haciendo que dejara de respirar. No saldría viva de allí, de eso estaba más que segura—, no estabas aquí para recordármelo. Perdimos una gran oportunidad, por tu culpa —ella estaba furiosa y yo estaba asustándome cada vez más.
—Yo de verdad lo...
—Estás despedida —dijo secamente. Quedé congelada, me había despedido y ni siquiera me había dejado explicar porque había llegado tarde, aunque técnicamente iba a mentirle, pero ya no importaba, me había despedido y no había nada en la tierra que la hiciera cambiar de opinión—. Junta tus cosas y luego puedes marcharte.
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El Pasado En Tu Presente
Fantasy¿Qué pasaría si de pronto despertaras en otro tiempo? Buscando la manera de volver, Eider tendrá que evitar un asesinato, el cual la pondrá en constante peligro y será un gran obstáculo para volver a su tiempo.