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El amargo sabor a hierro era abundante, algo desagradable si tenía que ser sinsero. El dolor en mis extremidades era horrendo, pero no el suficiente como para no poder mantenerme en pie, aún así se me hacía imposible salir de ahí con la agiliadad de otras veces.

Habia salido aquel día tarde del café, algo apurado a donde las recidencias, pues teníamos asta cierto horario para poder estar afuera, para ser específico, asta las 10pm, horario en que terminaba la sirculacion de gente común y comenzaba el de varios policias, medicos y trabajadores nocturnos, pero más que nada, el de vándalos, mafiosos y mal vivientes, que se procuraban de crear el panico en la ciudad y responsables del tan certero toque dequeda. Los negocios sin autorización de estar pasados las 10pm debían cerrar, casos como muchas tiendas de poca necesidad, y los que lo poseían, como bares, antros, restaurantes, mercados y cafés, no poseían mucho tránsito y estaban expuestos a miles de artecados, siempre y cuando no fueras de las zonas nocturnas que se llenaban de gente ansiosa de diversión. Pues aunque el toque de queda estuviera, actualmente la ley no le prestaba mucha atención, mucho menos la gente común, saliendo a correr riesgos en las calles abandonadas de Darckilia.

Una vez me despedi de Lin, Adel y la pequeña Daniela, camine con rapidez por las ya casi vacías calles de la ciudad. No tenía la nesecidad de ir en autobús ya que el café estaba a unas cuántas cuadras de la Universidad,  por lo que fácilmente podía ir caminando o en mi bici y como no la había llevado al trabajo, me tocaba caminar.

Debí de ser más atento en las esquinas, más si un callejón está cerca, no importa si mi destino lo estaba más. Conocía las calles, o por lo menos los rumores que hablan en las noticias, en donde constantemente te recordaban el por que la gente buena y nada temeraria se resgaurdaban en sus casas pasadas las 10.

No importa si gritas o intentas dialogar.
No importa si corres o peleas.
No importa si deseas volver a casa o si eres buena persona.
No importa quien seas o por donde vallas.
Darkcilia tiene una regla, y es no salir de tu casa pasada las 10pm si valoras tu vida.

5 de Octubre...

Era un día calido para ser pleno otoño, por lo menos no tenía la nesecidad de ponerme bufanda y guantes, una chaqueta o suéter bastaban para días así. Climas así eran agradables de sentir, más cuando el estrés del festival de otoño y la fiesta de Halloween estaban pasandonos los talones.

Una mesa estilo picnic de madera oscura descansaba en unos de los tantos espacios verdes del campus universitario, para no decir que habían varios esparcidos por ahí. Procurando de quitarle un par de hojas y de que no estuviera mojada, deje mi mochila sobre oscura madera para sacar un par de libros y así comenzar con mi relajante sección de estudio, sin amigos que me molesten, montonaderos de estudiantes y sero ruidos irritantes, sólo yo y mis libros.

Quizás llevaba una hora o y media, no lo sabía, estaba ya sumido en terminar eso deberes, que casi me llevo el susto de mi vida cuando siento que algo calido de me fue colocado en la cabeza. Voltee alarmado para ver que era, topandome con su blanca y perlada sonrisa contrastando como la azúcar imparpable en una selva negra de chocolate negro.

El estaba ahí parado con dos vasos que parecían contener algo caliente dentro, sonriendo como si algo le ubiera dado gracia. Verlo de aquel modo no me podía ser más relajante, haciendo que todas mis defensas bajarán y me detuviera de sonreír como tonto.

- ten, es capuchino recién hecho - extendio el vaso descargable de un color verde que aclaraba que el recipiente se podia recicla, tal y como los que vende el comedor estudiantil de la UNI - te vi aqui solo muriendo de frio y pensé que lo necesitarias - aclaro dejando lo en mis pálidas manos.

Asentí en agradecimiento, dispuesto a beber el calido y dulce contenido que tenía en manos, baje la gran pañoleta que recubria todo el sector de mis hombros, barbilla y nariz, aspirando el sabroso olor que emanaba el capuchino. Pero no logre provar ni sorbo de el, cuando sus verdes y destellantes ojos se hallaba sobre mi emanando una precupacion que por poco diria que estaba viendo a su mascota crusar la calle justo cuando un auto viene a toda velocidad.

Nuestro 30 De MayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora